Vosotros, nada de eso

Vosotros, nada de eso

Lectura del libro de Isaías:

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.

Salmo 32

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos:

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un no sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

[su_box title=»‘Vosotros, nada de eso'»]
Isaías nos presenta hoy una escena dura y difícil de entender: “El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento y entregar su vida como expiación… por los trabajos de su alma verá la luz. Mi siervo justificará a muchos porque cargó con los crímenes de ellos”. Siempre que nos topamos con un texto así en la escritura sagrada, como en la vida, caben dos opciones: primera, ignorarlo o rechazarlo, como no nos gusta y nos resulta incómodo pasamos de él, y usamos la “teología de la tijera” que quita lo que le estorba. Esta opción es muy cómoda sin duda, pero no ayuda a crecer. Segunda opción: tratar de entenderlo y contextualizarlo, descubrir el sentido sagrado o la razón que hay detrás de esas palabras en el tiempo en que fueron escritas. Esta opción es más fatigosa, requiere esfuerzo y apertura de mente, también humildad para reconocer que no sabemos todo de Dios y que la Palabra aún puede revelarnos más cosas de Él. Escogemos la segunda si os parece. Si no, podéis dejar de leer aquí.
Isaías habla en ese texto del “Siervo de Yahvé”, del modelo de virtud que Dios escoge para salvarnos. Además lo hace desde una teología del sacrificio expiatorio (de la entrega de la vida a Dios a través de ofrendas y sacrificios animales que buscan su perdón), esta manera de pensar nos es hoy muy ajena. Pero es válida. Dios entrega su vida y su pasión por ti, para salvarte de una vida vacía y encerrada en sí misma. ¿Tú qué le ofreces? Isaías habla de una salvación fatigosa, que requiere esfuerzo y sacrificios… como la educación de un hijo requiere esfuerzo, lucha y sacrificios, dar mucho de nosotros. Jesús, según esta teología, es el cordero que se inmola para que otros tengamos una vida nueva y purificada. Su amor y entrega –su vida sin pecado- hacen limpia y renuevan nuestra posibilidad de salvación. Él ya pagó por nosotros dice Isaías, tú, ¿por quién pagas? ¿Por quién/es te sacrificas? Por eso recuerda Hebreos con oportunidad: “No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo como nosotros, menos en el pecado”. Dios es ante todo, el compasivo. El que comparte la pasión- los padeceres- de todos sus hijos. Dios sigue siendo la víctima que se ofrece para renovar la vida de otros.
Pero vayamos al evangelio de hoy. Marcos recoge una escena de Jesús con los Zebedeos, Santiago y Juan. “Queremos que hagas lo que te vamos a pedir”. Y Jesús responde: “¿qué queréis que haga por vosotros?”. Fijaos qué actitudes más diferentes. Del ¡haznos caso! al ¿qué puedo hacer por ti?… y pidieron, no podía ser de otro modo, privilegios, los puestos de honor a su derecha e izquierda en la gloria del cielo. Y Jesús les dice: “No sabéis lo que pedís. ¿Estáis dispuestos a beber mi cáliz y a bautizaros con mi bautismo?”. Es decir, ¿estáis dispuestos a entregar la vida, a sacrificaros del todo y para siempre por los demás? Porque entrar en la gloria supone eso, amar a fondo –no sólo el ser amados- sacrificarse y darse –no sólo recibir bienes y esfuerzos de otros- morir un poco cada día, perdiendo el tiempo por los demás, y no sólo vivir bien yo y recibir el tiempo que otros me dedican. ¿Sabéis lo que pedís realmente? No. No lo sabían. “No me toca a mí conceder esos puestos, están ya reservados… los jefes del mundo tiranizan y oprimen, vosotros nada de eso: el que quiera ser grande sea vuestro servidor y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”.
En el domingo del Domund, esto encaja perfectamente. Tu anuncio, y el anuncio de la Iglesia es servicio, es hacerse esclavo de todos por amor, es entregar el propio tiempo y bienes y recursos y cualidades a los demás, sin pedir nada a cambio. Sin pedir puestos ni a la derecha ni a la izquierda, ni arriba ni abajo. Sino al lado de los que sufren y necesitan una palabra de aliento y consuelo, una palabra de Dios.
Víctor Chacón Huertas, CSsR [/su_box]