25 Nov VENID, BENDITOS DE MI PADRE.
EL SEÑORÍO DE JESÚS
Domingo, 26 de noviembre
Ezequiel 34,11-12.15-17.
Esto dice el Señor Dios: «Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar -oráculo del Señor Dios-.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
En cuanto a vosotros, mi rebaño, esto dice el Señor Dios: «Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío».
Salmo 22.
EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar.
Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
1Corintios 15, 20-26a.28.
Hermanos: Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Pues Cristo tiene que reinar hasta que hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte. Y, cuando lo haya sometido todo, entonces también el mismo Hijo se someterá al que se lo había sometido todo. Así Dios será todo en todos.
Mateo 25, 31-46.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.
Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber? ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”
Y el rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mi, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”
Y él replicará: “En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
AL ATARDECER DE LA VIDA ME EXAMINARÁN DEL AMOR.
Celebramos la fiesta de Jesucristo rey del universo, como lo canta San Pablo en su primera Carta a los Corintios, hermoso broche para cerrar el Año Cristiano.
Mateo, que había iniciado la actividad de Jesús con las bienaventuranzas, hoy concluye con el juicio de las naciones: dos páginas imprescindibles para todo cristiano.
La parábola del juicio de las naciones es una invitación a los de dentro y fuera de la Iglesia, al Reino de Dios, preparado para todos desde la creación del mundo. Pero tal vocación exige una actitud fundamental en la tensión de la espera: el compromiso solidario con los necesitados de toda clase y condición.
El Reino de Dios no busca poder o riqueza, sino humilde servicio y compartir. Jesús mismo no viene a ser servido, sino a servir. Su señorío pasa por la amarga tragedia del Viernes Santo. Entrar en su Reino, supone para el discípulo seguir los pasos del Maestro en la entrega a los hermanos, sobre todo, a los más débiles y pobres.
Reconocemos hoy su testimonio, que es una provocación a gastarse en misericordia, solidaridad y servicio hasta el martirio. Desde la cruz Jesús se identifica con todos los sufrientes de la historia. Esta identidad de Dios con los oprimidos constituye desde el Éxodo uno de los rasgos más característicos del Dios Bíblico ¡Qué bendición para la Iglesia si a los cristianos nos reconocieran como testigos de Jesucristo, si mirásemos a los demás con sus ojos y nos prodigáramos con gestos de liberación personales y colectivos! “Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.
PARROQUIA PERPETUO SOCORRO Misioneros Redentoristas MADRID