Tiempo de reformas

Tiempo de reformas

Lectura del libro del profeta Isaías.
Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados». Una voz clama: «Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán». Así ha hablado la boca del Señor. Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá: Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo. El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentara su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres».

Salmo responsorial (84)

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador.
L. Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. /R.
L. La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron; la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. /R.
L.. Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. /R.

2ª Lectura (2Pe 3, 8-14)

Lectura de la Segunda Carta del Apóstol san Pedro

Queridos hermanos: No olviden que para el Señor, un día es como mil años y mil años, como un día. No es que el Señor se tarde, como algunos suponen, en cumplir su promesa, sino que les tiene a ustedes mucha paciencia, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. El día del Señor llegará como los ladrones. Entonces los cielos desaparecerán con gran estrépito, los elementos serán destruidos por el fuego y perecerá la tierra con todo lo que hay en ella. Puesto que todo va a ser destruido, piensen con cuánta santidad y entrega deben vivir ustedes esperando y apresurando el advenimiento del día del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, apoyados en esta esperanza, pongan todo su empeño en que el Señor los halle en paz con El, sin mancha ni reproche.

Evangelio (Mc 1, 1-8)

Este es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta Isaías está escrito: He aquí que Yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: «Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos». En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de arrepentimiento, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén reconocían sus pecados y é1 los bautizaba en el Jordán. Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: «Ya viene detrás de mi uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero E1 los bautizara con el Espíritu Santo». 

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Tiempo de hacer reformas

Los mensajes que nos deja la Palabra este domingo nos complican la existencia si son tomados en serio. Así que si preferís una vida cómoda y fácil, bienestar y confort, podéis dejar de leer ya, será mejor para vosotros. Tanto Isaías como Marcos en el inicio del Evangelio nos invitan a «hacer obras», a remangarnos y trabajar, a preparar el camino que reciba al Redentor. Solemos decir que las obras se saben cuando empiezan pero no cuando acaban, ¿verdad? Muchos imprevistos pueden surgir y complicar los trabajos, eso suponiendo que los obreros sean trabajadores y serios. ¿Nos ponemos manos a la obra?

1. Isaías comienza con el amor por delante, así es Dios. Nos pide cambios y reformas, sacrificios y esfuerzos, pero nunca cesa de apoyarnos, de amarnos y de ser el consuelo que tantas veces necesitamos. Así inicia la Palabra de este domingo «consolad, consolad a mi pueblo… Habladle al corazón, gritadle, que se ha cumplido su servicio y está pagado su crimen». Estamos en paz con Dios, no hay ninguna deuda pendiente, nada nos ata a él más que el amor y la gratitud. Amor y gratitud que nacen de su perdón, de su ser padre bueno siempre dispuesto a escuchar y a dar otra oportunidad, a abrir otra puerta o encontrar otro camino para estar cerca de nosotros. El cambio esta precedido de amor y consuelo no lo olvidemos. ¿Cuántas veces reclamamos a los demás que cambien y lo hacemos con gestos duros, con mera exigencia? El amor va por delante, debe ser siempre así, aunque nos cueste.

2. El plano de obras queda claro: «preparad un camino al Señor, allanad sus sendas». Pero todavía concreta más Isaías de cómo lo hemos de hacer: «levantad los valles» y vacíos, lo que esta hueco en vuestra vida, aquello que flojea debe ser reforzado (oración , caridad, compromiso con los más cercanos). «Abajad Montes y colinas», todo lo que sobresalga demasiado y reste protagonismo al camino debe ser abajado, (el exceso de amor propio, el vivir esclavo de tus apetencias o caprichos, el creerte más o mejor que otros, aquello que te hace «perder» más tiempo…). Y todavía nos dice el profeta «enderezad lo torcido», aquello que sabéis no es recto en vosotros, no está bien y aún así lo toleráis, ya basta. No hagáis pactos con lo mediocre, comportaos como hijos de Dios, como gente que ilumina el lugar donde está. 2

3. El que prepara el camino al Señor, Juan Bautista. El es el mensajero de Dios, el enviado a preparar ese camino al Mesías. Marcos lo llega a describir como un hombre peculiar: que grita en el desierto (donde nadie oye), y bautiza en el desierto (donde el agua es un bien escaso y preciado), un hombre que viste raro y come raro, pero un hombre de Dios, convencido de su mensaje, apóstol decidido de la conversión. Juan no dejaba a nadie indiferente, y sus palabras eran claras, eran gritos en el desierto: o cambiáis vosotros o nada será posible, o vuestra vida es otra o nunca vendrá el Señor a vosotros. No valen medias tintas ni excusas, ¡cambia! Levanta, abajo y endereza lo que tu sabes. Dios solo viene a quienes quieren recibirle, a quienes desean acogerle y le dan un camino claro y expedito. Si tu camino sigue lleno de obstáculos y excusas, Él no vendrá a ti, no modificará tu vida ni tu comodidad, te respeta y te ama como eres, pero espera algo de tu parte. Y sí, claro que la Iglesia debe cambiar y convertirse para ser más auténtica, pero la Iglesia nunca cambiará si no lo hacemos cada cristiano primero. Esta obra debe empezar por ti y por mí o nunca empezará.

Víctor Chacón Huertas, CSsR [/box]