03 Mar TERCER DOMINGO DE CUARESMA
Éxodo 20, 1-7.
En aquellos días, el Señor pronunció estas palabras:
«Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te fabricarás ídolos, ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: que castigo el pecado de los padres en los hijos, hasta la tercera y la cuarta generación de los que me odian. Pero tengo misericordia por mil generaciones de los que me aman y guardan mis preceptos.
No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Recuerda el día del sábado para santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo es día de descanso, consagrado al Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que reside en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.
Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar.
No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo».
Palabra de Dios.
Salmo 18.
SEÑOR, TÚ TIENES PALABRAS
DE VIDA ETERNA.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino;
más dulces que la miel de un panal que destila.
1 Corintios 1, 22-25.
Hermanos: Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados –judíos o griegos-, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Palabra de Dios.
San Juan 2, 13-25.
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.
Palabra del Señor.
EL SER HUMANO, LEY Y TEMPLO DE DIOS.
El Éxodo recoge el Decálogo como una primitiva declaración de los derechos del hombre y de los derechos de Dios. Son antiguas formulaciones de la ley natural que nacen de nuestra propia racionalidad y “conciencia”.
De niños aprendimos los Mandamientos y nos confesábamos por ellos. Hoy sabemos que la única Ley es Jesucristo y su Evangelio del Reino. El Nuevo Testamento corrige al Antiguo y le da plenitud: “Amar es cumplir la ley entera”. Por eso “a nadie debáis más que amor”. “En esto consiste toda la Ley y los profetas”.
El Templo es el lugar más emblemático de Jerusalén. La religiosidad judía gira en torno al Templo. Con el tiempo, en lugar de oración y encuentro con Dios, el Templo pasa a ser signo de poder y de opresión, de grandeza y de riqueza, hasta convertirse en la mayor industria del país.
Pero Dios no se deja comprar y manipular con sacrificios de animales u oraciones interesadas. No nos extrañe que Jesús cambie el templo de piedra por el Templo de su Cuerpo. Inmolado y resucitado, ha entregado su persona al culto que Dios quiere en espíritu y verdad.
Todo ser humano es templo del Señor, porque, desde Jesús, es la viva imagen de Dios. Nosotros somos, con mucho, más sagrados que una catedral. Al comienzo de la Iglesia, San Pablo lo transmitía a sus comunidades “¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros?” (1Corintios 3, 16). Por eso destruir un templo vivo es el peor de los sacrilegios. Y, sin embargo, son incontables los templos-personas profanadas, vejadas, explotadas y aniquiladas. La gloria de Dios es que el hombre viva.