SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS. DÍA 5

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS. DÍA 5

Día 5: Miércoles, 22 de enero

El Espíritu Santo, dador de vida y alegría
 
Ezequiel 36,24-28
Os tomaré de entre las naciones, os reuniré de entre todos los países y os traeré a vuestra tierra. Os rociaré con agua pura y os purificaré de todas vuestras impurezas; pienso purificaros de todos vuestros ídolos. Os daré un corazón nuevo y derramaré un espíritu nuevo en medio de vosotros; os arrancaré del cuerpo el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Derramaré mi espíritu en medio de vosotros y haré que os portéis conforme a mis normas: respetaréis y cumpliréis mis leyes. Habitaréis en el país que di a vuestros antepasados; seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.

Salmo 104,24-25.27-29.33-34
¡Qué abundantes son tus obras, Señor!
Con tu sabiduría las hiciste todas,
la tierra está llena de tus criaturas.
Aquí está el inmenso y ancho mar,
allí un sinfín de animales marinos,
seres pequeños y grandes;
Todos ellos te están esperando
para tener la comida a su tiempo.
Tú se la das y ellos la atrapan,
abres tu mano, los sacias de bienes.
Pero si ocultas tu rostro se aterran,
si les quitas el aliento agonizan
y regresan al polvo.
Mientras viva cantaré al Señor,
alabaré al Señor mientras exista.
Que mi poema le agrade,
que yo en el Señor me alegre.

Juan 3,4-8
Nicodemo repuso:
— ¿Cómo es posible que alguien ya viejo vuelva a nacer? ¿Acaso puede
volver a entrar en el seno materno para nacer de nuevo?
Jesús le contestó:
— Te aseguro que nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace del
agua y del Espíritu. Lo que nace de la carne es carnal; lo que nace del
Espíritu es espiritual. No te cause, pues, tanta sorpresa si te he dicho que
debéis nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere; oyes su rumor, pero no
sabes ni de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con el que nace del
Espíritu.
 
Lectura patrística
 
De la tradición siríaca
No es correcto decir que el Espíritu desaparece cuando pecamos y que
retorna cuando nos convertimos […]. ¿De qué sirve que él me habite después
de haber llegado a ser justo? Si en el momento de la caída no habita
en mí, no me da una mano y no me levanta, ¿cómo sentiré su ayuda?
¿Qué médico, cuando ve a un enfermo que padece, lo deja y lo abandona,
para ir a verlo cuando esté sano? ¿No es más útil que el médico esté con
el paciente en el momento de su enfermedad?

Oración
¡Amén, amén! ¡Aleluya!
Tú eres el Espíritu insuflado sobre el rostro de Adán
que transforma la carne en un ser vivo. R.
Tú eres el Espíritu dado por el Resucitado:
nuestros pecados han sido perdonados. R.
Tú eres el Espíritu enviado en Pentecostés:
abriste el camino para que el Evangelio llegara a todos los hombres. R.
Tú eres el Espíritu que alienta nuestra oración:
somos sostenidos por el amor de Dios. R.
Tú eres el Espíritu de Dios derramado sobre los muertos:
los sepulcros se abrirán y los muertos resucitarán. R.

Oremos
Dios, Padre nuestro,
tú nos has revelado el maravilloso misterio de tu vida,
enviando a tu Hijo al mundo
y compartiendo con nosotros tu Espíritu de santidad y alegría.
Alegrémonos en el Espíritu,
que renueva la faz de la tierra y nos guía hacia la unidad.
Confesamos nuestra fe en ti,
el único Dios, tres veces santo
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Bendito eres, ahora y por los siglos de los siglos. AMÉN.