01 Ago SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO
1ª LECTURA: Isaías 61, 1-3
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros, la libertad;
para proclamar el año de gracia del Señor,
el día del desquite de nuestro Dios;
para consolar a los afligidos, los afligidos de Sión;
para cambiar su ceniza en corona,
su traje de luto en perfume de fiesta,
su abatimiento en cánticos.
Los llamarás Robles del Justo,
plantados para la gloria del Señor.
Palabra de Dios
SALMO: Salmo 88, 2-3.4-5.21-22.25-27
ANTÍFONA: Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad».
Sellé una alianza con mí elegido,
jurando a David, mi siervo:
«te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades».
Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.
Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.
ANTÍFONA: Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
2ª LECTURA: Segunda Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 2, 1-7
Querido hermano:
Saca fuerzas de la gracia de Cristo Jesús, y lo que me oíste decir, garantizado por muchos testigos, confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros. Toma parte en los trabajos como buen soldado de Cristo Jesús. Ningún soldado en activo se enreda en asuntos civiles si quiere tener contento a quien lo ha enrolado. Tampoco un atleta recibe el premio si no compite conforme al reglamento. El labrador que trabaja es el primero que tiene derecho a percibir los frutos. Reflexiona sobre esto que te digo, que el Señor te lo hará comprender todo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO: San Mateo 9, 35-10, 1
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: -La mies es mucha, pero los trabajadores pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies.
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
Palabra del Señor.
ORAR CON LOS SANTOS:
“Dios del alma mía…
sé que tú me escucharás siempre cuando recurra a ti.
Pero temo olvidarme de orar por negligencia mía,
y que eso sea la causa de perder tu gracia.
Por los méritos de Jesús, concédeme la gracia de orar,
pero una gracia abundante,
que me haga orar siempre y orar como se debe.
¡Oh María, reina mía!
Tú que consigues de Dios cuanto le pides,
por el amor que tienes a Jesús,
obtenme la gracia de orar,
de orar siempre sin fatigarme,
hasta el momento de la muerte.” (San Alfonso Mª de Ligorio)