23 Mar REZAR EN CUARESMA 23 marzo 2024
Canto: La misericordia.
PRIMERA LECTURA: Ezequiel 37, 21-28
Esto dice el Señor Dios:
«Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los haré una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos.
No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitaban y en los cuales pecaron. Los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí habitaran ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.
Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».
Palabra de Dios.
SALMO Jr 31,10.11-12ab.13
ANTÍFONA: El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño.»
Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas.
ANTÍFONA: El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
LECTURA DEL EVANGELIO: San Juan 11, 45-57
En aquél tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?»
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.
Palabra del Señor.
PETICIONES:
Te pedimos por los que dirigen las naciones para que centren sus esfuerzos en ayudar a los más necesitados de la sociedad.
Por quienes tienen poder para influir sobre la paz y la guerra, la justicia y la opresión. Para que hagan posible un mundo más justo donde todas las personas quepan sin distinción ni privilegios.
Te pedimos por los países en guerra, que sea posible la PAZ.
Te pedimos por todos los refugiados que buscan un sitio donde vivir en paz.
Te pedimos para que la Iglesia encuentre la unidad en la oración, en el compartir y en el servicio mutuo.
PADRE NUESTRO.
AVE MARÍA
PREPARA TU CORAZÓN, que esta Semana Santa no sea una mera repetición. Vive con curiosidad y corazón abierto cada momento.
ORACIÓN FINAL.
Enséñame, Señor, a vivir el don de cada día.
Sin otros planes que los tuyos, los de cada día.
Que el rostro de mi prójimo sea nuevo para mí, cada día.
Que pueda maravillarme de tu amor, Padre, cada día.
Dame un corazón, Señor, manso con el sufrimiento de cada día,
fuerte en la lucha de cada día,
amoroso en la oración de cada día.
Que cada día sepa confiar en ti, padre,
dejando en tus manos el mañana, sin inquietud, sin prisas.
Que cada día estrene tu paz, recibiendo de ti, cada día, salud o enfermedad,
éxito o fracaso, progreso o retroceso.
Enséñame, Señor,
a vivir el don de cada día.
Javier Garrido