Recuperar la Evangelización como prioridad

Recuperar la Evangelización como prioridad

Llevamos mucho tiempo en la Iglesia hablando de la centralidad de la misión (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 1975) y de la importancia de la (nueva) evangelización (Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 1990). Y la teoría es estupenda y oportunda, pero como sde seule decir, «el papel lo aguanta todo».

Llevamos muchos años escribiendo acerca de esta prioridad evangelizadora pero la prioridad real, concreta y palpable tarda en llegar, no se ve ni se siente, no se refleja en las obras de una iglesia con tendencias a la instalación y al tradición , con serias dificultades para salir de la «zona de confort» como anima el actual Pontífice, Francisco.

Necesitamos ser evangelizados primero. Ya nadie puede dar aquello que no tiene. Se hace profundamente necesario renovar nuestro encuentro personal con Cristo, dejarnos evangelizar. Pues solo así, en esa clave, será posible que haya nuevos misioneros que convencidos de la verdad y la belleza de la fe, sientan la necesidad de comunicarla a quienes les rodean.

Tenemos demasiados cristianos que han recibido un sacramento, han sido bautizados, pero sin más,. Han cumplido un rito y nada ha cambiado en sus vidas. No han acogido el Espíritu, no alimentan su fe en una práctica comunitaria y personal, no viven con la cercanía a la Palabra que nos empuja a ser testimonio de Dios.

Aquí cobra pleno sentido la invitación del Papa Francisco de suscitar «discípulos misioneros». No solo bautizados, sino discípulos, de los que siguen a  Jesús en su vida, de los que caminan detrás de las huellas del Maestro. El equilibrio en esta expresión es muy acertado. Como discípulos estamos invitados a sentarnos y escuchar a Jesús que nos enseña. Como misioneros estamos invitados a salir fuera, a las periferias, y hablar, dar testimonio. Recuperemos la evangelización como prioridad.