21 Dic Promoción: descubriendo tesoros
«La promoción abarca todas las dimensiones de la persona. Potencia sus capacidades, revela sus cualidades, pule nuestros defectos hasta que deja al descubierto el tesoro que todos llevamos dentro. Nos ayuda a obtener lo mejor de las personas que Dios pone en nuestro camino». Así lo asegura Ana García, laica de la Fundación Dolores Sopeña, en Sevilla, en nuestra revista Icono.
«Al llegar aquí me topé con el valor de la ‘promoción’. Si bien este término ya había aparecido antes en mi experiencia como docente, fue aquí, en mi centro de trabajo, donde cobró sentido, convirtiéndose en la clave de lo que tenía delante, entre mis manos, a diario. Dios me trajo aquí para ver de cerca que, desgraciadamente, me encontraría con alumnos y alumnas cuya dignidad había sido desdibujada por circunstancias que la vida conlleva».
En palabras de Ana García, «esa falta de autoestima, de seguridad, de compañía… despertó en mí una sensibilidad especial por las necesidades de los demás. Esos alumnos, con sus ‘tesoros’ enterrados, necesitaban sentir que alguien volvía a creer en ellos, en sus capacidades, fijar metas y pensar en logros a corto plazo, accesibles y posibles de conseguir».
«¡Qué suerte la mía estar ahí en medio! Mi vocación por la docencia siempre me había hecho pensar en dar clase, en compartir mis conocimientos, en ser testigo de su aprendizaje… pero ser partícipe de su crecimiento personal y, en algunos casos, de retomar las riendas de sus vidas, me ha hecho reafirmarme en esa vocación que siento latente desde niña», asegura García.
FACILITAR EL CAMINO
Según la laica de la Fundación Dolores Sopeña, «un educador no es, ni mucho menos, alguien que transforma al alumno, sino alguien que «sale al encuentro» de ellos, preparando el terreno donde se producirá esa transformación, creando el ámbito propicio para ello, facilitándole el camino, confiando en esa persona, reconociendo cada paso que dé adelante y dejando que la persona sea artífice de su propio desarrollo, convirtiéndose en protagonista de su historia.
«Precisamente ahora, más que nunca, después de estos terribles meses de pandemia, nos hemos encontrado con muchos casos de alumnos y sus familias que no solo tienen una crisis personal, si no que tienen necesidades materiales y económicas, que también son parte inevitable de ese terreno propicio que cualquier alumno necesita hoy en día para conseguir su meta».
Ana García detalla que ha podido evidenciar «la solidaridad de mis alumnos en todo su esplendor, siendo partícipes, organizando y volcándose en campañas de solidaridad para ayudar a los más damnificados por la pandemia, tomando conciencia y viviendo experiencias de acción social tan concretas, como ayudar a los compañeros de su propio centro».
«Solidaridad evangelizadora que nos hace más humanos y desarrolla la sensibilidad hacia nuestra promoción, como bien expresa el Papa Francisco en esta Audiencia a sacerdotes, religiosa y laicas consagradas a la asociación fundada por el Beato Chevrier: En efecto, no puedo sino aprobar y alentar la acción pastoral que lleváis adelante, según el carisma propio de vuestros institutos, un carisma que me toca personalmente y que está en el corazón de la renovación misionera a la que toda la Iglesia está llamada: porque existe una ‘íntima conexión entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora» (Evangelii Gaudium, 178).
TESTIMONIO
Ana García concluye su artículo publicado en nuestra revista de diciembre que «un antiguo alumno, Fabricio, que se sintió acogido y acompañado en nuestra casa, consiguió sus objetivos, se involucró en la vida pastoral del centro y disfrutó su estancia, para más tarde, graduarse en la universidad». Y añade: «Promoción en su estado más puro».
Fabricio asegura que «la Fundación Dolores Sopeña me ayudó a dar sentido a mi vida profesional. Cuando creen en ti, comienzas a creer en ti. hacen que tengas retos y ganas de salir adelante». Y añade: «Aquí no solo forman profesionales académicamente, sino que se guía a la persona para que dé lo mejor de sí misma».
«Soy una parte del legado de la Fundación porque si miro atrás, valoro mi evolución. Creo que cada uno de nosotros tenemos mucho que ofrecer al resto de personas. A nuestro lado puede haber alguien que necesita una mano para descubrir su potencial, y está en nosotros crear la capacidad de ayuda a los demás».