Evangelio: Mt 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
[su_box title=»“Para que seas feliz”»]
Comenzamos a desgranar la Palabra que se proclamará este Domingo de la Santísima Trinidad. Moisés se pregunta a sí mismo y pregunta a Israel por su experiencia de Dios. Su reflexión es sorprendente. «¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?». Moisés le recuerda a Israel que nadie más ha experimentado a Dios como ellos, nadie ha sentido lo que ellos han sentido, ni le han visto u oído como ellos: fuerte, prodigioso, cercano y liberador. Han sentido a Dios más cerca y más vivo que ningún otro pueblo. Se han sentido acompañados en todo momento, en todos sus avatares (en Egipto y hasta en el desierto) por este Dios poderoso y que habla el lenguaje de los hombres. Dios, llega a decir Moisés, existe para ti Israel, para que seas feliz tú y tus hijos. San Pablo a los romanos sentencia: «los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos, son hijos de Dios».
Pablo, como siempre radical y sensible, implacable, da en pocas palabras grandes consejos. La vida del cristiano será una eterna lucha por dejarse guiar por el Espíritu de Dios, por el querer de Dios, y al mismo tiempo una lucha porque no me invadan y me dominen otros espíritus mundanos, egoístas, materialistas o insensibles… Si el Espíritu de Dios domina mi vida esto solo puede hacerme más sensible, más humano y más feliz. Buscar que este Espíritu nos guíe, ponernos en disposición de ser guiados, de estar receptivos, a la escucha, será la tarea siempre pendiente que tenemos entre manos.
Mateo nos descubre hoy el final de su evangelio. Y en él, mientras se dan las últimas palabras de Jesús y el envío a evangelizar, a compartir la salvación y felicidad recibidas, se da una situación curiosa entre los discípulos que todavía hoy dura, dice Mateo: «ellos se postraron, pero algunos dudaban». Todavía, hasta en el final del ministerio de Jesús, sigue habiendo dudas y dificultades. Su predicación no ha cambiado del todo a sus discípulos. Algunos sí se postran por tierra con verdadera fe, expresan su fe, le reconocen y adoran como su Señor. Pero otros… siguen dominados por las dudas, no lo ven todo tan claro, y siguen pensando más en sus flaquezas y pobrezas que en la fuerza que han recibido de Dios. «Se siguen mirando el ombligo» como coloquialmente decimos. Siempre nos acompañaran las dudas y la inseguridad en el camino de la fe, eso es normal, pero la clave estará en que al final seamos capaces de reconocer su luz y su verdad. Que no nos ahoguemos en nuestra pequeñez, que reconozcamos al Dios que viene para que seamos felices.
Víctor Chacón Huertas, CSsR[/su_box]