05 Jul Oraciones por la paz
(Foto: Casa de la Historia Europea)
Tal vez hemos pensado en la aparente inutilidad de las oraciones por la paz en el mundo que formulamos los cristianos y las peticiones por quienes gobiernan para que adopten las decisiones valientes que eviten las guerras, mientras contemplamos cómo se imponen las ambiciones por el poder que destruyen vidas humanas y arrasan países. A la oración, deberíamos añadir la divulgación de la historia para formar conciencias de paz.
Así comienza el artículo de Paloma Caballero, periodista, que escribe en nuestra revista Icono cada mes.
«Me hice esta reflexión al visitar recientemente la Casa de la Historia Europea en Bruselas, que intenta despertar el conocimiento de la memoria colectiva europea desde diferentes ángulos del pasado y presente vivido por sus pueblos. Las exposiciones de imágenes logran con éxito mostrar la destrucción en las numerosas guerras que sufrió el continente e intentan sentar bases de esperanza para el futuro».
La periodista destaca en su artículo que impresiona ver el resultado del trabajo forzado de prisioneros de guerra, judíos y poblaciones locales sometidas en una línea defensiva con la que Adolf Hitler quería evitar la invasión inglesa por mar y en la que integró algunos puestos de baterías antiaéreas alemanas que quedaban en pie desde la Primera Guerra Mundial, así como el de la línea de trincheras que construyó Francia para defenderse.
«La pregunta es obvia: si se quiere educar en la paz, ¿por qué no se difunde más Historia humana y no sirven los intentos de repetir errores pasados? Los testimonios históricos podrían ayudar a interiorizar las voluntades pacíficas y evitar que se repitan las tragedias humanas que son las guerras. ¿O es que los conflictos bélicos también forman parte inevitable de la historia?».
LA PAZ SEGÚN EL PAPA FRANCISCO
Parece que tendremos que aceptar que, como dice el Papa Francisco, «el espíritu bélico que nos aleja de Dios, no está solo lejos de nosotros, está también en nuestra propia casa».
Según él, ante tantas guerras, un cristiano debe llorar, hacer duelo, humillarse y no acostumbrarse a las noticias de la guerra como si fueran una parte integrante natural de la vida humana.
«Una de sus principales contribuciones de sus nueve años de pontificado ha sido evitar, prevenir e incluso, cortar desde el principio cualquier intento de utilizar la religión para justificar la guerra sin permitir que la Iglesia se alineara en uno de los bandos hablando también con otras religiones», asegura la Paloma Caballero en nuestra revista Icono.
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