21 Jun Oración 22 junio 2017
CANTO: Dona la vida entera.
1ª LECTURA: 2 Corintios 11, 1-11
Hermanos:
Ojalá me toleraseis unos cuantos desvaríos; bueno, ya sé que me los toleráis.
Tengo celos de vosotros, los celos de Dios; quise desposaros con un solo marido, presentándoos a Cristo como una virgen intacta.
Pero me temo que, igual que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se pervierta vuestro modo de pensar y abandone la entrega y fidelidad a Cristo.
Se presenta cualquiera predicando un Jesús diferente del que yo predico, os propone un espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que aceptasteis, y 1o toleráis tan tranquilos.
¿En qué soy yo menos que esos superapóstoles?
En el hablar soy inculto, de acuerdo; pero en el saber no, como os lo he demostrado siempre y en todo.
¿Hice mal en abajarme para elevaros a vosotros?
Lo digo porque os anuncié de balde el Evangelio de Dios.
Para estar a vuestro servicio, tuve que saquear a otras Iglesias, aceptando un subsidio; mientras estuve con vosotros, aunque pasara necesidad, no me aproveché de nadie; los hermanos que llegaron de Macedonia proveyeron a mis necesidades.
Mi norma fue y seguirá siendo no seros gravoso en nada.
Lo digo con la verdad de Cristo que poseo; nadie en toda Acaya me quitará esta honra.
¿Por qué?, ¿por qué no os quiero? Bien lo sabe Dios.
Palabra de Dios.
SALMO: Sal 110, 1-2. 3-4. 7-8
ANTÍFONA: Justicia y verdad son las obras de tus manos, Señor.
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
ANTÍFONA: Justicia y verdad son las obras de tus manos, Señor.
EVANGELIO: San Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así:
«Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.»
Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»
Palabra del Señor
NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
Virgen Santísima, socorro perpetuo de las almas que se acogen a vuestro amor maternal: dignaos pedir por mi a vuestro santísimo Hijo y Señor nuestro Jesucristo, para que le sean agradables todos mis pensamientos, palabras y acciones de este día y toda mi vida.
Aceptad, ¡Oh tierna madre mía! el corto obsequio que os ofrezco en esta Novena, y alcanzadme el favor que en ella os pido, si conviene para mayor gloria suya, honra vuestra y bien de mi alma. Amén.
DÍA CUARTO
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
ayuda a sus devotos a salir del pecado.
Uno de los principales oficios en que ejercita su solicitud Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es el de sacar a las almas del pecado. A la manera como una madre llora y gime sobre el cadáver de su hijo, a quien desearía poder resucitar, María siente ardentísimos deseos de que vuelvan los pecadores a la vida de la gracia. Su grande ocupación consiste en interceder por ellos sin cesar; y Ella se gloria en ser su infatigable Abogada y en alcanzarles la gracia de la verdadera conversión, con tal que tengan a lo menos el deseo sincero de salir del pecado y que acudan a Ella pidiéndole la fuerza necesaria para romper las cadenas con que los tiene esclavizados la culpa. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)
Oración. ¡Oh misericordiosa Abogada y refugio de los pecadores ¡Mucho he ofendido a Dios. En vuestras manos pongo mi salvación eterna. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Haced que no vuelva ya a tener la inmensa desgracia de corresponder con vil ingratitud a vuestros continuos favores. Alcanzadme de vuestro Hijo la gracia de una conversión sincera, para que en adelante le ame con todo mi corazón.
Practica. Rogar a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que nos veamos libres de todo pecado y que no reincidamos en nuestras culpas.
SANTOS DEL DÍA:
Paulino de Nola, Adán, Nicetas, Juan, Liberto, obispos; Juan Fisher, cardenal; Tomás Moro, Canciller y mártir; Pompiano, Galación, Heraclio, Saturnino, Albano, Flavio, Clemente, mártires; Inocencio V, papa; Consorcia, virgen; Lamberto, abad; Arón, eremita; Domiciano, monje.