16 Abr Misioneros de la Misericordia: continúa su misión
Es el segundo encuentro de estos Misioneros. El primero fue justo antes de la cuaresma del Año Jubilar, cuando recibieron este mandato: “Ser misionero de la Misericordia es una responsabilidad que se os confía porque requiere de vosotros que seáis en primera persona testigos de la cercanía de Dios y de su forma de amar”.
En este segundo encuentro hemos participado 12 Redentoristas que continuamos actualmente con este ministerio extraordinario de la Misericordia. De la Provincia de Madrid estuvo presente el P. Miguel Castro, aunque también participamos otros dos de origen español.
Francisco quiere dar un nuevo impulso al significado del Sacramento de la Reconciliación en toda la Iglesia. Se trata de recuperar el deseo y la oportunidad de vivir un encuentro salvador con Cristo que a veces no es fácil, ya sea por los obstáculos que encuentra la persona para pedir perdón (vergüenza, culpa, dolor, etc.), o bien por la falta de oportunidades para celebrar el Sacramento del Perdón.
Al terminar el Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco ha querido prolongar este ministerio jubilar, y más de 550 Misioneros de todos los continentes nos hemos reunido en Roma para compartir experiencias, oración y reflexión.
El encuentro comenzó con la Eucaristía del Domingo de la Misericordia en la plaza de San Pedro. Después, durante tres días, los Misioneros celebraron reuniones en la Universidad Lateranense y en el Vaticano. En el programa figuraban conferencias, momentos de oración y confesiones, y también convivencia fraterna.
El Papa Francisco habla a los Misioneros
El día más importante fue el martes, con una conferencia del propio Papa Francisco, al final de la cual saludó personalmente a todos los Misioneros. Después, celebró la Eucaristía en el altar de la Cátedra, en la Basílica de San Pedro. En su homilía Francisco señaló dos aspectos fundamentales del ministerio que han de desarrollar los Misioneros de la Misericordia: el renacer personal y la vida de la comunidad. Su ministerio se ha de mover en esas dos direcciones: el servicio de las personas para que “renazcan de lo alto”, y el servicio de las comunidades para que vivan con alegría y coherencia el mandamiento del amor. Pensando precisamente en esa misión, el Papa subrayó que quien anuncia la Misericordia debe él mismo nacer de lo alto, no como Nicodemo, que no entendía la lógica de Dios, que es la lógica de la gracia y de la misericordia. No como depositarios de un carisma extraordinario, sino como sacerdotes normales, simples, humildes, equilibrados, pero capaces de dejarse regenerar constantemente por la fuerza del Espíritu. En cuanto al servicio de la comunidad, Francisco subrayó que el Señor muerto y resucitado es la fuerza que crea la comunión y la unidad deseada para nuestro mundo.
Laureano del Otero (Albania)