30 Oct Misioneros de la alegría y de la misericordia
UN CUERPO
Queridos cohermanos y amigos:
Continuamos nuestras reflexiones sobre el Mensaje que el último Capítulo General envió a toda la Congregación. Esta vez nos detendremos y reflexionaremos sobre el pasaje titulado: Misioneros de la alegría y de la misericordia, que dice: “Los redentoristas de hoy somos llamados a narrar historias de redención, la historia de un Dios que se ha hecho presente en Jesús de Nazaret; la propia historia personal de cada uno de nosotros. Nos urge llevar “un anuncio renovado que ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora” (EG 11). Para ello alentamos a entrar en un proceso de formación permanente como proyecto de vida que nos conforma con Jesucristo. Llamamos a todos los redentoristas a ser testimonio de cercanía y amor con todas las personas, como Dios mismo lo hace con ellos. No basta con experimentar la misericordia de Dios en la propia vida; también es necesario ser instrumentos de misericordia para los demás”.
De nuestra Communicanda sobre la Redención
Si leemos este texto cuidadosamente y lo dejamos entrar en nuestros corazones, nos daremos cuenta de que nos lleva directamente al centro de nuestro carisma, a la noción de redención y de los más abandonados.
Podemos desarrollar esta reflexión de muchas maneras, pero esta vez, tal vez sería útil redescubrir y apreciar una vez más una de nuestras Communicanda pasada, la dedicada a la “Redención” escrita en el 2006. Aquí nos referimos sólo a algunos de sus pasajes, y espero que al hacerlo así, anime a los cohermanos a que lean el texto completo. Es fácil ver que el mensaje de esta Communicanda no ha perdido su importancia o impacto a lo largo de los años; refleja perfectamente la realidad de nuestra situación actual. Además, aunque se escribió hace más de diez años, su mensaje coincide impecablemente con la propuesta que el Papa Francisco da hoy al mundo y a la iglesia.
En el párrafo 10 leemos: Los Redentoristas tenemos una manera instintiva y pastoral de entender y anunciar la redención, a pesar de las diferencias teológicas y culturales entre nosotros. Esta manera de entender la redención nos viene de San Alfonso y puede ser encontrada en nuestra tradición espiritual y pastoral. No escatimamos esfuerzo alguno para ayudar a la gente a comprender que la redención es siempre iniciativa de Dios, quien nos ama de un modo prácticamente inconcebible por la imaginación humana y, a cambio, desea nuestro amor. En nuestro ministerio, la redención se proclama como liberación del pecado y como llamada de Dios a vivir en una relación de amor con él. Generalmente, somos conocidos por nuestra cercanía al pueblo, especialmente a los pobres más abandonados. La misericordia generosa, el perdón y la reconciliación son notas características de nuestro ministerio. Jesús invitaba a las gentes a cambiar sus corazones y sus mentes, así también nuestra predicación tradicionalmente incluye una insistente llamada a la conversión. El apostolado del confesionario es apreciado por nosotros porque la celebración de este sacramento ofrece a la gente una experiencia tangible de la redención. La mayoría de los Redentoristas establece una conexión fundamental entre la redención y las exigencias de la justicia social, del reconocimiento de los derechos humanos y del respeto por la integridad de la creación.
En esta perspectiva debemos identificar nuestra historia personal de redención. Y luego, debemos tener el valor de compartirlo con los otros. Nuestra vida -mi vida- y nuestra misión permanecen conectadas con el mundo actual tal como es: lleno de desafíos y de situaciones complejas. Es en este mundo concreto donde debemos convertirnos en misioneros de misericordia y de alegría. Esto fue también así para Alfonso: también tuvo que convertirse en misionero de la abundante redención de Dios en su mundo concreto.
En el párrafo 12 de esta Communicanda leemos: Una manera redentorista de entender la redención es la que comienza con San Alfonso. No tan diferente a nuestra propia época, la sociedad en la que Dios llamó a Alfonso de Liguori a proclamar la abundante redención presentaba enormes desafíos. Él vivió un cambio trascendental de época, en el punto crítico de la transición de la sociedad medieval al nuevo y audaz mundo de la Ilustración. Alfonso tomó conciencia de los pobres más abandonados que, demasiado frecuentemente, eran olvidados en las prioridades políticas, económicas y culturales de su tiempo. Era consciente, a la vez, de su propia necesidad de conversión si quería responder fielmente a la llamada de Dios.
Muchos de sus contemporáneos se encontraban alejados de Dios debido a las ideas equivocadas que se les proponían sobre Dios y a un legalismo opresor en la espiritualidad y en la moral. Alfonso combatió estas distorsiones del Evangelio con una robusta práctica pastoral imbuida de un espíritu clarividente de la oración y de la contemplación. Su predicación sobre la redención tocó los corazones de las gentes que habían llegado al punto de imaginar a Dios, en el mejor de los casos, como muy lejano e indiferente; y en el peor de los casos, como un tirano cruel.
Acogiendo de corazón el aliento de esta Communicanda, y comenzando con la vida de San Alfonso, podemos entender con facilidad que no basta simplemente con experimentar la misericordia de Dios en nuestra vida. Debemos convertirnos en instrumentos de misericordia para los otros. Desde nuestra perspectiva, es fácil observar el mundo de hoy, porque a veces esto puede significar mirarlo desde estructuras relativamente seguras y bien protegidas. La idea de Alfonso era mirar el mundo desde la perspectiva de los “abandonados”, aquellos que fueron obligados por la sociedad o incluso por la Iglesia, a vivir en los márgenes. Este es un punto de vista que distingue las estrategias pastorales de Alfonso y condiciona indeleblemente su reflexión teológica. Su visión de la Congregación no podría ser más amplia, ya que su punto de referencia es la entera misión de Jesús. ¿Por qué Dios se hizo hombre en Jesucristo? En la respuesta a esta pregunta encuentra Alfonso también la razón de ser de su Instituto. Descubre en el cuarto capítulo del Evangelio de Lucas una cierta “definición de la misión” de Jesús, un resumen del sentido y del significado de toda su vida (Communicanda, n.15).
Tomo un descanso y reflexiono:
La palabra de Dios es la luz de mi vida
Lee el pasaje del Evangelio de Lucas (Lc 4,16-21), de la siguiente manera:
“En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy”.
• ¿Qué te dice este texto personalmente?
• ¿Toca la historia de tu vida redentorista?
• ¿Te sientes invitado a ser un instrumento de la misericordia de Dios?
• ¿Te llena de nueva alegría?
Mirando hacia el futuro
A medida que seguimos nuestro camino como Congregación, aceptamos la invitación del último Capítulo General de ser “TESTIGOS DEL REDENTOR: Solidarios para la misión en un mundo herido”. Sabemos bien que esto no puede hacerse sólo con nuestros esfuerzos y con nuestros talentos. Una vez que reconocemos esto, nuestras vidas adquieren una nueva perspectiva y estamos convencidos de que debemos entrar en un proceso de formación continua como proyecto de vida que se conforma a Jesucristo. Esta es la única perspectiva desde la que podemos llegar a ser misioneros de misericordia y de verdadera alegría. Nuestra misión encuentra su centro y la autenticidad sólo en Jesucristo.
Terminemos nuestra reflexión con la última cita de la Communicanda sobre la Redención. Nos invita a asumir una actitud contemplativa como herramienta y criterio en nuestra misión en el mundo de hoy: Una mirada contemplativa sobre nuestro mundo nos lleva a entrever las fuerzas que luchan contra el Reino de Dios, tales como una cultura de la muerte que privilegia el poder, el placer y el poseer, llegando incluso a la deshumanización, a la esclavitud y al desplazamiento general de sociedades enteras. La proclamación de la redención abundante es una llamada a ver este mundo herido y golpeado, desde una perspectiva contemplativa que nos permita descubrir los caminos del Espíritu. Aprendemos a reconocer la presencia de signos de redención que nos permiten proseguir con esperanza y determinación. Al atrevernos a cuestionar si la misión de Jesús marca una diferencia para nuestro mundo, necesitamos también, entonces, tener el valor de asumir una actitud contemplativa y dejar que el Espíritu prometido por Jesús nos guíe a la verdad plena (n.31).
Mientras te sumerges en esta actitud contemplativa, y miras al mundo que te rodea:
• ¿Reconoces la presencia de signos de redención que te permiten continuar con esperanza y determinación?
• ¿Cómo abrazas la llamada a ser testigo del Redentor en solidaridad con la misión en un mundo herido?
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UN SOLO CUERPO es un texto de oración mensual propuesto por el Centro de Espiritualidad Redentorista. Para más información:
P. Piotr Chyla CSsR (Director del Centro de Espiritualidad,
Roma) – fr.chyla@gmail.com. Traducción: Pedro Lopez CSsR