17 Mar Mensaje del Capítulo General a la Congregación
A todos los Redentoristas, laicos asociados, las Redentoristas y miembros de institutos afiliados.
TESTIGOS DEL REDENTOR: Solidarios para la Misión en un mundo herido
No tenemos derecho a proclamar a Jesús como nuestro Señor y nuestro Dios, si no tocamos sus heridas (Cf. Jn 20,27).
1. En un clima de alegre esperanza se ha celebrado en el Centro Redentorista de Pattaya (Tailandia), por primera vez en Asia, el 25º Capítulo General en su fase canónica. Los 101 capitulares, entre los que se encontraban siete Hermanos, hemos convivido con los más desfavorecidos y vulnerables de la ciudad a los que sirven nuestros cohermanos redentoristas. En la apertura del Capítulo, el Superior General, P. Michael Brehl, nos ha invitado a dejarnos tocar por la presencia del Espíritu Santo que desafía a la Congregación a ir a las periferias del mundo.
2. Estamos en proceso de discernimiento. En la Primera Fase del Capítulo General tomamos conciencia de las preocupaciones. En esta segunda Fase hemos constatado que la Congregación continúa experimentando la misma llamada que sintieron San Alfonso, nuestros santos, beatos y mártires, y nuestros predecesores, a salir de nuestra comodidad y a eliminar todo lo que nos impide ser libres y proféticos. La Tercera Fase del Capítulo será la ocasión para discernir las aplicaciones concretas en cada Conferencia.
Atentos a las heridas del mundo
3. El Cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, quien predicó el retiro del Capítulo nos invitó a vivir en solidaridad, atentos a las heridas del mundo. Muchos cohermanos se sienten heridos por las dificultades que afrontan. Otros sienten la herida de la insatisfacción o de su propia pobreza. Como Tomás en el Evangelio (Cf. Jn 20,27), somos invitados a tocar las heridas de Jesucristo en los sufrientes de nuestro tiempo (Cf. LG 8.3), y encontrar en ellas sanación para las nuestras (Cf. 1P 2,24).
4. Urge desarrollar una actitud de escucha. Escuchemos a Dios que sigue hablando al corazón de las personas. Escuchemos a los cohermanos de comunidad que son nuestros compañeros de camino. Escuchemos a los más abandonados, especialmente a los pobres, a quienes somos enviados. Vivamos en actitud de diálogo constante con las culturas y religiones en las que están insertas nuestras comunidades.
5. No debemos tener miedo del mundo secularizado. Éste nos aporta muchos elementos importantes que podemos utilizar en nuestra misión. Toda nuestra reflexión teológica, especialmente la Teología Moral, debe abrirse al diálogo con estas realidades (Cf. Const. 19).
La revitalización de la Vida Consagrada
6. La Vida Consagrada es uno de los tesoros más bellos de la vida de la Iglesia. El Papa Francisco nos invita a: “vivir con alegría y gratitud este ministerio, con la certeza de que no hay nada más bello en la vida que pertenecer para siempre y con todo el corazón a Dios, y dar la vida al servicio de los hermanos” (Papa Francisco, 11 de abril de 2015). Y aunque la Vida Consagrada está pasando por una crisis importante, creemos que éste es un buen momento para testimoniar la belleza de una vida edificada desde los consejos evangélicos. En todas partes, las personas buscan autenticidad en las relaciones. En nuestra vida consagrada podemos encarnar esta amistad evangélica (Cf. Const. 34).
7. Cada cohermano analice en profundidad su vida consagrada y vea cuáles son los aspectos de su vida que es necesario convertir y revitalizar. Es fundamental una íntima comunión con Cristo Redentor que toque nuestras heridas personales y comunitarias, las cure, fortalezca nuestra vida espiritual y nos haga disponibles para la misión. Nuestra comprensión de la Comunidad Apostólica Redentorista estaría incompleta sin la promoción alegre de la vocación. Alentamos a todos los cohermanos a redescubrir la belleza de su vocación redentorista, y a convertirse en los primeros agentes de pastoral vocacional en sus Unidades, creando una cultura vocacional, para que muchas personas se incorporen a nuestra familia.
Una Congregación en salida
8. Durante el Capítulo ha resonado con fuerza la llamada del Papa Francisco a “salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20), y a evaluar nuestras estructuras ya que en muchas ocasiones “pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador” (EG 26; Cf. Const. 15). Así, cobra renovado sentido y gran actualidad nuestra vocación misionera en la Iglesia.
9. Nuestras Constituciones nos recuerdan que “esto lo lleva a cabo acudiendo con dinamismo misionero y esforzándose por evangelizar en las urgencias pastorales a los más abandonados, especialmente a los pobres” (Const. 1). ¿Tendremos el coraje necesario para preguntarnos dónde se encuentran las periferias en nuestras Unidades? ¿Estaremos dispuestos a mostrar nuestra disponibilidad misionera? Cada Unidad deberá estar atenta a estas urgencias, teniendo muy en cuenta a los jóvenes, a los migrantes y a los más desfavorecidos.
Misioneros de la alegría y de la misericordia
10. Los redentoristas de hoy somos llamados a narrar historias de redención, la historia de un Dios que se ha hecho presente en Jesús de Nazaret; la propia historia personal de cada uno de nosotros. Nos urge llevar “un anuncio renovado que ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora” (EG 11). Para ello alentamos a entrar en un proceso de formación permanente como proyecto de vida que nos conforma con Jesucristo. Llamamos a todos los redentoristas a ser testimonio de cercanía y amor con todas las personas, como Dios mismo lo hace con ellos. No basta con experimentar la misericordia de Dios en la propia vida; también es necesario ser instrumentos de misericordia para los demás.
Como cuerpo misionero
11. “Para realizar su misión en la Iglesia, la Congregación reúne cohermanos que, viviendo en común, constituyen un único cuerpo misionero” (Const. 2). Todos los redentoristas nos sentimos miembros de un proyecto común con toda la Congregación. Desde ahí animamos a todos a cuidar el sentido de pertenencia y a cultivar la vida comunitaria. La comunidad que queremos es lugar de inclusión de todos los cohermanos, ancianos y jóvenes, con sus heridas y virtudes, y con amplio espacio para la corresponsabilidad.
12. Esta comunidad lee los signos de los tiempos, mantiene su fidelidad creativa al evangelio y promueve siempre nuevas iniciativas para animar la vida espiritual y comunitaria de los cohermanos. Porque la ley esencial de la vida de los congregados es vivir en comunidad y realizar la obra apostólica a través de la comunidad, alentamos a que se tenga en cuenta el aspecto comunitario siempre que se acepta un trabajo misionero (Cf. Const. 21).
En misión compartida
13. Cinco Laicos redentoristas, representando a las Conferencias, se han hecho presentes en nuestro Capítulo General. En ellos hemos reconocido la riqueza de nuestro carisma que también el Señor regala a los laicos y que permite una presencia y una palabra profética en medio del mundo. También nos sentimos llamados a construir el Reino con la gran familia redentorista que forman la Orden y tantas congregaciones y asociaciones con las que compartimos carisma.
Un nuevo liderazgo para la misión (Cf. Jn 10,11ss)
14. Para responder mejor a esta renovada presencia misionera en medio del mundo, el Capítulo General ha decidido continuar el proceso de reestructuración para la misión. Las Conferencias, por las que el Capítulo sigue apostando, son un instrumento válido para hacer efectiva esta nueva presencia.
15. La Congregación necesita líderes al estilo de Jesucristo, comunidades y personas que ejerzan el liderazgo en la misión, que tengan visión de futuro y nos muestren la dirección a seguir, íntegros y auténticos, capaces de trabajar en equipo, y obedientes a la misión.
Construir el Reino de Dios desde la solidaridad
16. Lanzamos una llamada urgente a todos los redentoristas, especialmente a los que se encuentran en la formación inicial y a los cohermanos jóvenes, a abrazar con esperanza el presente y a ponerse en camino hacia las periferias para que llegue a todos la novedad del Reino, especialmente a los más vulnerables y abandonados. Animamos a nuestros cohermanos mayores, que han entregado con gran generosidad su vida al anuncio del Evangelio, a que sostengan con su solidaridad, esfuerzo y oración todas las iniciativas que el Espíritu ponga en marcha en los próximos años (Cf. Const. 55).
17. Asumamos el reto de vivir y construir la solidaridad: solidaridad con nuestro mundo, con la creación, y con los hombres y mujeres de nuestro tiempo; solidaridad con los más desfavorecidos de nuestra sociedad.
18. Extendamos la práctica de la solidaridad a todos los ámbitos de nuestra vida:
– Solidaridad con el Gobierno General compartiendo personal y recursos;
– Solidaridad de las Unidades entre sí, asumiendo proyectos de ayuda con otras Unidades más necesitadas;
– Solidaridad en nuestras comunidades fomentando la corresponsabilidad en las tareas y servicios comunes y asumiendo compromisos concretos de opción por los más abandonados de su entorno;
– Solidaridad a nivel personal, analizando cada uno si su estilo de vida corresponde con su opción de vida y asumiendo gestos concretos de opción por los pobres (Cf. Const. 92-96).
19. Seamos profecía para nuestro mundo con nuestro estilo de vida, con nuestra denuncia de las estructuras de pecado y con el anuncio de la abundante redención que nos llega en Jesucristo y que libera y dignifica al ser humano.
20. Compartimos este mensaje desde el espíritu misionero de san Alfonso, su propuesta moral de la benignidad pastoral y la misericordia. Que Nuestra Madre del Perpetuo Socorro, Madre de misericordia, nos acompañe en el anuncio de la redención y la vida nueva.
(El original es en español)
Pattaya, a 23 de noviembre de 2016