14 Abr LUNES SANTO– 14 abril 2014.
Canto: El Señor es mi luz.
PRIMERA LECTURA: Isaías 42, 1-7
Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.»
Así dice el Señor Dios, que creó y desplegó los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, dio el respiro al pueblo que la habita y el aliento a los que se mueven en ella:
«Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»
Palabra de Dios.
Sal 26, 1. 2. 3. 13-14
ANTÍFONA: El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mí vida,
¿quién me hará temblar?
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
ANTÍFONA: El Señor es mi luz y mi salvación.
LECTURA DEL EVANGELIO: San Juan 12,1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? .»
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando.
Jesús dijo:
– «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.»
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor.
PETICIONES:
- Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria, conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.
- Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado, sana nuestras heridas.
- Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida, haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.
- Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido, perdónanos también a nosotros, pecadores.
PADRE NUESTRO.
AVE MARÍA.
ORACIÓN FINAL.
Contigo, Señor, pueden ser santos
todos los días de mi existencia.
Si vivo en tu presencia, si te entrego mi amor,
y pongo mi confianza en tu providencia ilimitada;
si sé pedir perdón cuando te ofendo,
y si a la hora del dolor busco tu rostro
para aprender contigo
lo que es el sufrimiento redentor.
Si aprendo a compartir, Tú estás conmigo;
si en el gozo y el éxito vuelvo a Ti la mirada,
será santa mi vida, porque eso es santidad:
estar siempre contigo, mi Dios; hasta la eternidad.
Vivir y morir contigo es garantía
de la suprema ley de santidad.