01 Jul El Papa bendice el Icono
El pasado 25 de junio el Papa Francisco recibió en audiencia privada al P. Francisco J. Caballero, CSsR, director de nuestra revista ICONO Perpetuo Socorro, que había concelebrado en la misa matutina de Santa Marta. El P. Caballero aprovechó el momento para hablarle del 150 Aniversario de la entrega del Icono a los Redentoristas por parte de Pío IX. A continuación recogemos su relato de tan emocionante experiencia.
Cuando te anuncian que vas a participar en la Eucaristía con el Papa Francisco te recorren sentimientos encontrados. Hace mucho que descubrí que la misa vale por sí, en cualquier sitio, y en toda comunidad, pero también es cierto que la proximidad con quien está «agitando las aguas» de nuestra Iglesia, te conmueve de manera especial. Superando los nervios iniciales, desde el primer instante, Francisco infunde normalidad en el acontecimiento más importante.
El Papa saluda, pedimos perdón y después de escuchar las lecturas del día (Gn 16, 1-12.15-16, Sal 105 y Mt 7; 21-29) se acerca al ambón e inicia la homilía centrada en tres verbos: escuchar, hablar y actuar… y un sustantivo los «pseudoprofetas». Afirma el Papa que no basta con el binomio hablar-hacer sino que es necesario “escuchar”, “el que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, no las escucha verdaderamente, éste será como el hombre que edifica su casa sobre arena, no sobre roca”. El que escucha a Dios fundamenta su casa en la roca del amor de Dios. Los pseudoprofetas, en cambio, hablan sin escuchar la Palabra de Dios. Como ejemplo de la persona que combina silencio y escucha, acción y contemplación propone a Teresa de Calcuta, quien «escuchaba la voz del Señor: no hablaba y en el silencio supo escuchar» y por lo tanto obrar. Y, como la casa construida sobre roca, «no se derrumbó ni ella ni su obra». A partir de su testimonio se comprende que «los grandes saben escuchar y tras escuchar hacen, porque su confianza y su fuerza» están «sobre la roca del amor de Jesucristo». Francisco termina su meditación con un gesto —fue el único momento donde lo vi enérgico— dando unos golpes sobre el altar dijo: «el altar de piedra, fuerte, firme es símbolo de Jesús». Es aquí donde Jesús se hace «débil, un trozo de pan» que se da a todos. El Señor que «se hizo débil» para hacernos fuertes, «nos acompañe en esta celebración –deseó el Papa– y nos enseñe a escuchar y a hacer» partiendo «de la escucha y no de nuestras palabras».
Concluye la Eucaristía sin mas gestos. Hemos contemplado la armonía de lo sencillo, de lo simple y, sobre todo, de quien vive lo que celebra y celebra lo que vive. Sin más.
Unos minutos para quitarnos los ornamentos y nos comunican que Francisco ya está preparado para recibirnos. La sonrisa del Papa ilumina la estancia: cercano, humano, sencillo… Beso su anillo, me pregunta quién soy y qué hago, le comento y después muestro el Icono del Perpetuo Socorro. Le explico que los redentoristas celebramos este año el 150 aniversario de la entrega del Icono por el Papa Pío IX y, cuando todavía le estoy dando datos, veo que cierra los ojos y deposita su mano sobre el Icono… intento respetar ese momento orante y pienso que yo también debería acompañarlo, pero no puedo. Tras unos instantes vuelve a abrir los ojos y me dice: “Sigan extendiendo la devoción al Icono de María… recen por mí ante él… el Señor te bendiga”. Tras sus palabras le vuelvo a dar la mano y me da un beso.
Cuando me alejo resuenan las palabras del silencio: “orad ante el Icono”, “haced silencio, que vuestras palabras no sean las de los falsos profetas sino que estén tejidas de encuentro”.