10 Dic El Emmanuel
Hoy os recomendamos el artículo titulado ‘El Emmanuel’ que publicamos en nuestra revista Icono del mes de diciembre en la sección ‘Oramos con tu palabra’. Seguro que todos tenemos a alguien que sabemos que está ahí en todo momento, que no nos abandona, a quien podemos acudir porque es ese tipo de persona que, pase lo que pase, podemos contar con su presencia, una presencia que es bendición para nuestra vida, que está en los buenos y malos momentos, y que es capaz de poner luz en nuestras vidas.
«Hemos comenzado el Adviento y celebramos con él no sólo la preparación para el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, sino la esperanza gozosa de la manifestación gloriosa de su presencia de nuevo entre nosotros. Para la Sagrada Escritura, y la esperanza del Pueblo de Dios, la presencia de su Salvador en medio de ellos es un tema transversal y una vivencia clave en su relación con su Creador». Así pues, según detalla el autor de este artículo, «el sentimiento de tener cerca a Dios se puede atisbar desde la primera hasta la última página de la Biblia».
Dios está. El libro del Génesis narra la presencia de Dios en el mundo, es decir, Dios no se ha mantenido al margen de su Creación ni un mínimo instante desde sus comienzos ni se ha apartado de ella, sino que ha permanecido muy cerca de ella. «El espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas» (Gen 1, 2).
Abraham, Isaac, Jacob, José… todos ellos han tenido la experiencia de un Dios que está con ellos y no los abandona, sino que los acompaña en la vida: «No temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor» (Gen 26, 24).
La manifestación, según el autor del artículo, más explícita de esta certeza por parte de Israel se da en el momento más importante de su historia, el momento en el que Dios los libera de la esclavitud. Así, cuando Moisés se encuentra ante Dios en la zarza ardiente, Dios comienza a hablarle y le dice: «Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librarle» (Ex 3, 7-8).
Aunque el pueblo estuviera apartado de Dios, Él ha estado siempre ahí, escuchando su dolor, presente en medio de su pueblo y dispuesto a ayudarle por medio de Moisés. Encontramos el culmen de este momento, cuando Moisés le pregunta por su nombre y se encuentra con que Yahveh le responde: «Yo soy el que estoy; di a los israelitas ‘Yo Estoy’ me envía a vosotros» (Ex 3,14). Incluso, asegura el autor del artículo, «podemos permitirnos traducirlo por ‘yo soy el que he seguido estando, el que no ha dejado de estar o seguirá estando'». Maravillosa afirmación.
YO ESTARÉ CON VOSOTROS
Con diferencia, la mayor manifestación de la presencia de Dios, la realización de su habitar junto a nosotros, de estar con nosotros, es Jesucristo, el Dios hecho carne, hecho uno de nosotros, que habitó con nosotros y estuvo entre nosotros. Él es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros, el cumplimiento de esa promesa de Dios de no abandonarnos, de permanecer cerca, para poder salvarnos y redimirnos.
En palabras de quien escribe esta sección del número de diciembre, «la presencia de Dios revelada y garantizada desde una zarza se concretiza en presencia palpable en el seno de una virgen. El clamor y los sufrimientos oídos desde ese fuego en Egipto, se convierten en dolor y sufrimiento real con y por su pueblo en la cruz. Y la promesa de presencia y liberación permanente y definitiva se ratifican en su Resurrección: Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20 – fin del Evangelio de Mateo).
Puedes leer el texto completo aquí.
PARA REFLEXIONAR
¿Vivo el Adviento como un tiempo de esperanza en Dios?
¿Siento su presencia en mi día a día?
¿Es su presencia salvadora y liberadora en mi vida?