El camino de la Cuaresma pasa por el corazón

El camino de la Cuaresma pasa por el corazón

La Cuaresma es un camino de cuarenta días, que tiene como meta la Luz de la Pascua. No lo olvidemos: la Iglesia camina de Pascua es Pascua. Y es que , nuestra vida está metida dentro de una liturgia de amor, que comenzó con la creación del mundo, y que ha llegado a su culmen en el Misterio Pascual, donde hemos sido recreados. Este enorme misterio se va desarrollando en nosotros cada día, paso a paso, hasta transformar nuestra vida en una verdadera liturgia de alabanza.

En la sección ‘Para Pensar’ de nuestra revista Icono, Pilar Avellaneda dedica seis páginas a la Cuaresma. En ellas asegura que «Para vivir esta liturgia de nuestra vida, da igual el aforo que esté presente, porque en esta liturgia lo importante no es la exterioridad, sino el corazón». Por eso llama a la reflexión: «El camino de la Cuaresma pasa por el corazón». No andemos preocupados por el aforo, las costumbres venidas abajo por una situación mundial, nuestras reuniones cuaresmales y que ahora no podemos realizar. Lo que le interesa a Dios es nuestro corazón. Y a lo largo de este duro y largo tiempo de pandemia, el Señor nos está grabando a fuego esta «primacía del corazón», con el despojo que estamos viviendo de todo lo que era expresión, gesto, cercanía, celebraciones masivas…

MESA DE JESÚS, MESA DE LA VERDAD

La mesa de Jesús es, según Avellaneda, la mesa de la verdad, de donde brota la vida del discípulo. En la mesa de Jesús caen las fachadas, los maquillajes y las apariencias de seguimiento. Por eso, en su mesa se oye: «Uno de vosotros me va a entregar» (Jn 13, 21), y también: «Pedro, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces» (Mt 26,34), o «Hace tanto que estoy con vosotros ¿y no me conoces, Felipe? (Jn 14,9).

Pero también resuena ese entrañable: «Dadles vosotros de comer» (Lc 9, 13), y «Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba» (Jn 6, 35).

Sí, es la hora de la verdad Vamos a hacer experiencia de mirar ante sus ojos. Hoy mismo sentémonos y escuchemos cómo Jesús nos dice: ¿Qué quieres que haga por ti? (Lc 18, 41). Y también nos dice: Uno de vosotros «se siente indispensable» en la comunidad, Uno de vosotros tiene fiebre de «excesiva operatividad», Uno de vosotros tiene «grave endurecimiento», Uno de vosotros se ha contagiado por un virus letal, la «excesiva planificación», Uno de vosotros está postrado por la enfermedad de la «mala coordinación», Uno de vosotros está infectado de «indiferencia hacia los demás»…

La Buena Noticia es que si tenemos alguna herida o virus podemos acercarnos a la Palabra de Dios que restaura toda enfermedad, una y mil veces.

Si deseas leer el artículo de Pilar Avellaneda completo, pincha el siguiente  enlace.