07 Ene EL BAUTISMO DE JESÚS
Isaías 42, 1-4. 6-7.
Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas.
Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».
Palabra de Dios.
Salmo: 28.
EL SEÑOR BENDICE A SU PUEBLO CON LA PAZ.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica.
El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo, un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio,
el Señor se sienta como rey eterno.
Hechos Apóstoles 10, 34-38.
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».
Palabra de Dios.
San Marcos 1, 7-11.
En aquel tiempo, proclamaba Juan:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos:
«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
Palabra del Señor.
EL BAUTISMO FUE COSA DE TUS PADRES, SER CRISTIANO ES COSA TUYA.
El Bautismo de Jesús cierra el ciclo de Navidad y abre el Tiempo Litúrgico Ordinario. Jesús tiene más de 30 años; está a punto de cambiar la casa paterna y su pueblo de Nazaret por Cafarnaúm, villa a orillas del Lago de Galilea.
Marcos sitúa la escena junto al río Jordán, en el mismo lugar en que Elías fue arrebatado por un carro de fuego. Y allí acude Jesús, “como uno de tantos” a compartir con su pueblo el bautismo de Juan. Todos creían que el Mesías era Juan. Pero el Bautista se encarga de poner las cosas en su sitio: “Viene el que puede más que yo”.
La vida pública de Jesús comienza avalada por el Padre: “Tú eres mi hijo amado, mi predilecto”. Y recibe la fuerza del Espíritu que le impulsa a darse totalmente al proyecto salvador de Dios, hasta un bautismo de muerte.
Hoy es buen día para recordar nuestro Bautismo. En la primera Iglesia, las personas primero se convertían y luego se bautizaban. Ahora es al revés: primero nos bautizan y luego tenemos que convertirnos. Preocupante… porque el Bautismo ha caído en cierta vulgaridad. En muchos casos se celebra despojado de todo su significado. ¿Qué hacer?
La Iglesia se lo plantea vivamente después del Concilio Vaticano II, y adopta posturas de comprensión y exigencia, para recuperar el sacramento que abre todo un rico proceso de iniciación cristiana. En la Parroquia estamos marcando pasos para que los padres afronten el Bautismo de sus hijos en coherencia con el proyecto de Jesús y los valores del Evangelio.