25 Oct Domingo XXX T. O.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortalezaYo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador. R/.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido. R/.
Evangelio
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «»Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.» Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
El Dios de la escucha
Sorprenden la claridad y contundencia de las lecturas de este domingo. Dios nos pide que seamos como Él, que nos dejemos modelar por su ejemplo, que aprendamos un nuevo modo de hacer, pensar, decir… y sobre todo, de escuchar.
– “No hagas sufrir ni oprimas al extranjero porque vosotros también fuisteis extranjeros. No explotes a las viudas y huérfanos, porque oiré su clamor y mi ira se encenderá… Si prestas dinero, no te portes como un usurero. (…) Cuando ellos clamen a mí yo los escucharé, porque soy misericordioso”. Dios se describe a sí mismo y pone cláusulas muy concretas de comportamiento a su pueblo. Él es el Dios compasivo por antonomasia, que está cerca del que lo invoca, del más débil, del que lo necesita. El que se tiene por rico, poderoso y vencedor muchas veces cree no necesitarlo y no lo invoca. Pero la oración del pobre y del angustiado tienen más fuerza y autenticidad, aunque se oigan menos, aunque nadie les haga caso… Dios sí las escucha. Es una advertencia dada a Israel su Pueblo, y por ende a nosotros: os protejo a vosotros, pero también escucho a los que se quejan de vosotros y a ellos les atenderé antes si no sois compasivos como yo lo soy. Nuestro Dios tiene muy buen oído, y un oído selectivo, que oye a los que nadie oye.
– Tesalonicenses nos dice hoy: “Os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, pues en medio de muchas tribulaciones y con la alegría que da el Espíritu Santo, habéis aceptado la palabra de Dios en tal forma, que habéis llegado a ser ejemplo para todos los creyentes”. Es la aceptación de la Palabra, la escucha auténtica de la Palabra de Dios, la que transforma nuestra vida. Los creyentes son ejemplo para todos cuando tratan de vivir eso que Dios les dice, cuando están dispuestos a poner por obra la enseñanza del Evangelio. Una apertura y escucha nada fáciles de realizar… traen tribulaciones y dificultades, reconoce Pablo, ¡pero también alegrías!
– De nuevo otra pregunta trampa de los fariseos a Jesús. Le pregunta un leyista acerca de la ley más importante. Y Jesús no lo duda: “Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente”. Y una segunda ley igual a la primera añadirá: “Amar al prójimo como a uno mismo”. Realmente sorprendente que equipare estas dos leyes. Nos está diciendo lo de la lectura del Éxodo, quien ame a Dios no puede tratar mal a nadie. Quien escuche la Palabra de Dios tiene que escuchar también a sus hermanos, especialmente a los que sufren por cualquier causa. porque escuchar a los hermanos es escuchar a Dios. Amar a los hermanos, especialmente los más pobres y abandonados, es amar a Dios. Creemos en el Dios de la Escucha y de la Misericordia. ¿Le escuchamos?
Víctor Chacón Huertas, CSsR [/box]