29 Nov domingo I de Adviento
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 2, 1-5
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán:
— Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor. Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL
SALMO 121
R.- QUÉ ALEGRIA CUANDO ME DIJERON: «VAMOS A LA CASA DEL SEÑOR».
Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor.
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.-
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor.
En ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.-
Desead la paz a Jerusalén:
“Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios”. R.-
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «la paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.-
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 13, 11-14
Hermanos:
Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de espabilarse, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo y que el cuidado de nuestro cuerpo no fomente los malos deseos.
Palabra de Dios
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.
Palabra del Señor
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Caminemos a su luz
Estrenamos año litúrgico. Tiempo nuevo, vida nueva. O eso vamos a tratar de hacer, poquito a poco, con esfuerzo, dando dos pasos adelante y uno atrás de vez en cuando, como suelen pasar las cosas en la vida. Adviento es tiempo de espera, de comenzar a preparar el pesebre de nuestra vida y darle calidez y hacerlo acogedor, pues es Dios mismo quien viene –una vez más- a nuestra vida.
– “Venid, subamos al monte del Señor”. La profecía de Isaías nos ayuda a entender que para esta preparación se hace necesario ponerse en camino. Pero no cualquier camino: hay que subir una montaña. Y eso siempre fatiga. Nos coge desentrenados, flojitos de tono físico y –sobretodo- espiritual. Subir al monte del Señor es no optar por lo fácil ni lo cómodo. Subir a su monte, es tener claras las ideas y saber dónde está lo valioso y verdadero de nuestra vida. E ir a su encuentro decididamente.
– “Daos cuenta del momento que vivís…despertaos”. Miramos hacia el cielo, pero no dejamos de tener los pies en el suelo y las manos tendidas a nuestros hermanos, a aquellos que más nos necesitan. Por eso insiste Pablo en decirnos: ¡despertad! ¡daos cuenta del momento que vivís! Tenéis más edad, tenéis más experiencia y estáis en condiciones de responder mejor al Señor. Dejad las dinámicas antiguas y abríos a lo nuevo: “La salvación está más cerca ahora que cuando comenzasteis a creer”.
– “Estad en vela”. “No sabéis qué día vendrá vuestro Señor”, por eso vuestra actitud ha de ser constante y firme. Propia de quienes están convencidos y no actúan para caer bien ni complacer a nadie. Vuestra actitud y atención es constante. No sabéis cuándo vendrá el Señor, pero tampoco os importa, ya que su presencia no cambia vuestro comportamiento: ¡sois auténticos! Esta autenticidad sincera y sencilla es la que pide la inminencia de su llegada. No estamos temerosos ni angustiados, conocemos a quien viene, conocemos nuestro pecado y estamos dispuestos a cambiar. Este es el espíritu del Adviento, el espíritu del Señor.
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Víctor Chacón Huertas, CSsR