14 Oct ¡Crucemos a la otra orilla!
Hoy os recomendamos el libro ‘¡Crucemos a la otra orilla! El diálogo y el cambio de la vida consagrada’, del misionero claretiano Luis Alberto Gonzalo, publicado en nuestra editorial Perpetuo Socorro recientemente, colección Vida Consagrada.
Los años vividos de este siglo XXI no son pocos, no lo estamos empezando y, sin embargo, tiene todo un sabor muy provisional. Se debe, según Gonzalo, a que todavía estamos viviendo un contexto de pandemia para el que ni nosotros ni nuestras instituciones se habían preparado. Pero se debe también a una “resaca” ciertamente angustiosa: se han estrenado muchos intentos que han contribuido, todavía más, a desgastar las disminuidas fuerzas de las instituciones de vida consagrada.
Procesos de reorganización abiertos y con difícil resolución o conclusión; estudios y gestión de obras en las cuales resuena nuestro nombre institucional pero no es tan claro que resuene el carismático; compromisos de misión compartida que “duermen” en los estantes con otros acuerdos y decisiones. La situación, vista desde “esta orilla”, es compleja…
Sin embargo, en palabras del misionero claretiano, la visión y la fecundidad de la vida consagrada están en la otra orilla. En una decidida y feliz separación de procesos de desgaste para empaparnos de la emoción que nos permita leer la realidad desde la misión de Jesús. Ahí está la clave, en que no desfallezca la búsqueda o el recuerdo de la otra orilla. En que no hagamos todo plano o práctico o medido, porque perderemos el brillo del misterio de una vocación necesaria para vincular los carismas al servicio del Reino.
RECUPERAR EL INSTANTE, EL SENTIMIENTO, LA PALABRA
Según Gonzalo, “desde la otra orilla, podemos llegar a intuir y entender que lo nuestro es acercar la Iglesia al mundo; el mundo a la Iglesia; las personas a Dios y Dios al corazón de las personas. Desde esa orilla privilegiada a la que insistentemente nos invita a cruzar el Maestro se ve la vida y se valora como lo que es, el centro; se olvidan los acentos y costumbres porque nos separan y encarecen; se celebra el encuentro porque aprendemos a valorar lo gratuito; se pierde miedo al empequeñecimiento, la minoridad y el signo, porque -desde esa orilla- cambia el valor de las cosas y los tiempos. Recuperamos el instante, el sentimiento, el envejecimiento y la Palabra como dones que acrecientan la fe y no la enrarecen”.
La obra consta de los siguientes capítulos: La clave… mirar a la otra orilla, Atrevernos a mirar la realidad, Atrevernos a mirar la debilidad, Atrevernos a mirar la comunión, Atrevernos a mirar la misión, Atrevernos a mirar los afectos, Atrevernos a mirar a las personas, Atrevernos a mirar las estructuras, Atrevernos a mirar los tiempos, Atrevernos a mirar la palabra, Atrevernos a mirar a los jóvenes y Atrevernos a mirar la esperanza.
ATREVERNOS A MIRAR LA MISIÓN
Os recomendamos especialmente el capítulo IV, Atrevernos a mirar la misión, en el que aborda los siguientes temas: Sueña quien se arriesga a la novedad, Innovar es el estilo de vida de los consagrados, Entretenidos y encargados o emocionados, Deja ir y deja venir, Cansados de polémicas, Liderazgo: más proximidad que espectáculo, “El síndrome fotográfico”, ¿Por qué creamos algo nuevo?, El legado para una nueva era, Ecología en misión y Cancelar más que posponer.
En cuanto a la ‘Ecología en misión’, Luis Alberto Gonzalo asegura que “los consagrados somos por definición personas volcadas en el cuidado ecológico. Nuestra llamada trasgrede todos los principios de mercado y posesión que el dictado social impone. Entre nosotros lo valioso no es lo que tiene un precio más alto; ni lo mejor lo que más produce; entre nosotros no hay un concurso de méritos y nuestros servicios o cargos no se sustentan en un trepar pisando a otros u otras”.
En palabras del autor, “para nosotros el ideal de vida no es un coche de alta cilindrada, ni una casa con muchas comodidades. No somos esclavos de una cuenta bancaria a la que de reojo le pedimos que engorde y nos dé tranquilidad. No somos posesivos en nuestro querer, no atamos a nadie. No compramos silencios ni abusamos de quien se presenta más débil. Nuestra tarea y compromiso no lo llamamos trabajo, sino misión y, por eso, para nosotros no hay trabajo de primera y otros subalternos”.
“Nosotros, los consagrados, somos el testimonio y la transparencia de la verdadera equidad en el trato y la acogida. Somos así la manifestación limpia del querer de Dios que tiene por estilo salir a esperar a quien ha decidido irse para abrazarlo y besarlo, sin rencores ni reproches, al regreso. Los consagrados, ¡por eso nuestra vida enamora tanto!, estamos siempre dispuestos a empezar, no nos cansamos ni estamos cansados de la palabra, porque somos hombre y mujeres de palabra, es nuestro cauce y cuando decimos ‘aquí estoy’ significa que estamos y estamos siempre”, asegura el misionero claretiano.
También Gonzalo asegura que: “Nosotros tenemos un estilo de vida compartido que se forja en la escucha de la Palabra, en ella todos nos reconocemos y, desde ella, nos sentimos lanzados o impulsados. Nuestro signo no son los brazos cruzados, porque la misión nos recuerda que somos creación activa, que hay que hacer. Han de llegar los granos de trigo a todos, por eso no podemos acumular; han de llegar las medicinas a todos, por eso tenemos que reclamar y gritar; han de llegar las letras a todos, por eso ayudamos a pensar, reivindicar y protestar”.
ATREVERNOS A MIRAR A LOS JÓVENES
Por último, destacamos también del libro ‘¡Crucemos a la otra orilla!’ el capítulo X dedicado a los jóvenes: ‘Atrevernos a mirar a los jóvenes’ en el que trata los siguientes temas: Nos sobra texto y nos falta relato, ¿Realmente queremos los consagrados encontrarnos con los jóvenes?, La generación “z” personaliza que Cristo vive, Obviamente, Con los jóvenes, más “reality” que historia, ¿Por qué hay lo que hay?, Preparados para una comedia y sorprendidos con un musical.
Luis Alberto Gonzalo Díez es misionero claretiano. Doctor en Teología. Especialista en Vida Consagrada. Profesor de Teología en el ITVR, Universidad Pontificia de Salamanca, y director de la revista Vida Religiosa. Acompañante de los procesos de reorganización y discernimiento de las Congregaciones e Institutos de Vida Consagrada. Coordinador del equipo inter-congregacional de Dinamización de la Vida Comunitaria. Imparte, con regularidad, ponencias en las conferencias de religiosos de América y Europa. Ha publicado en nuestra editorial ‘Misericordia quiero…’ (2016), ‘Amanece, que es mucho’ (2016), ‘El fenómeno comunitario de la vida consagrada’ (2019) y el libro que hoy recomendamos, ‘¡Crucemos a la otra orilla!’ (2021).
*No te pierdas la entrevista a Luis A. Gonzalo que acaban de publicar en Religión Digital.
Fotos de Luis A. Gonzalo: Religión Digital