Anunciar alegría con credibilidad

Anunciar alegría con credibilidad

¿Cómo hablar de alegría a las familias de las víctimas de la violencia? ¿Cómo hablar de alegría y esperanza a  quienes se ven afectados por esas terribles enfermedades incurables? ¿Cómo anunciar alegría a quienes están siendo condenados injustamente, sin nadie que les defienda?

Aquí puedes leer el artículo publicado en nuestra revista Icono de enero, escrito por José Cristo Rey García Paredes.

En él, García Paredes asegura que «hoy la Iglesia pone en nuestros labios y oídos las palabras fuertes que invitan a la Alegría, a la Esperanza. La Iglesia es experta en historia. Sabe y conoce cuánto sufrimos los hombres. Pero ella se atreve a proclamar la Cercanía de Dios en las situaciones más desesperadas. Cuando Dios está cerca no hay nada que temer. El desierto florece. La amargura se vuelve paz.

El texto de Sofonías es el mejor comentario a las primeras palabras del «Ave María»: ¡Ave María!, llena eres de gracia, el Señor está contigo». Dice el profeta: «Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo Israel… El Señor, tu Dios, en medio de ti es un guerrero que salva; él se goza y complace en ti, te ama y baila con júbilo, como en día de Fiesta». Esas palabras evocan las dirigidas por el ángel Gabriel a María como representante del pueblo de Dios, que somos también nosotros. por eso, pueden ser interpretadas hoy como dirigidas a nosotros.

«Ave» es la traducción latina del saludo griego «Chaire». Su significado propio es «¡alégrate!». Así se dirige el profeta Sofonías al pequeño resto santo del pueblo de Dios: la hija de Sión. Era un grupo de gente piadosa , humilde, pobre, que mantenía su confianza absoluta en Dios. A ese pequeño y humilde grupo, asentado en el monte Sión, le dirige el profeta unas palabras de consuelo, de alegría: ¡Alégrate! ¡Regocíjate! ¡Goza con todo corazón!

MOTIVOS PARA LA ALEGRÍA

¡Tres!: El Señor ha retirado la sentencia que pesaba contra el pueblo; ha alejado a los enemigos; está en medio del pueblo, como rey de Israel. Por todo eso, no hay que esperar ningún mal. Dios va a apartar la desgracia y la vergüenza. Lo más importante es lo último: ¡Dios está en medio del pueblo! Pero ¿de qué manera? Sofonías resalta tres características admirables: «lleno de gozo por ti», «con su amor te dará nueva vida», «bailará y gritará de alegría por ti».

Es indudable que el mensaje de este profeta de Esperanza es también para nosotros. Resaltaría, sobre todo, la imagen de Dios que nos presenta. ¡Un Dios que baila y grita de alegría! ¿Nos lo imaginamos realmente así? ¡Un Dios que está lleno de gozo por nosotros, que con su amor nos da nueva vida!

¡ALEGRAOS SIEMPRE!

La invitación a la alegría del profeta Sofonías adquiere una nueva tonalidad ahora. Es el mismo apóstol pablo quien nos invita a la alegría: «¡Alegraos! ¡Alegraos siempre!». Importante es saber la razón de esa alegría. Y es una sola: ¡que el Señor está cerca!

La cercanía de Dios puede significar, al menos, dos cosas: que Dios se está aproximando a nosotros; o que Dios se ha aproximado ya y está a nuestro lado. En todo caso, se trata de una cercanía activa. La conciencia de su presencia nos da motivo para no inquietarnos, para presentar todas nuestras necesidades ante Él, para dar gracias, para vivir en paz, para sentirnos protegidos, guardados hasta el final.

En momentos de tribulación, de pena, de fracaso, es bueno reavivar en nosotros la conciencia de Presencia de Dios. Nuestro Dios, el Abbá de Jesús, nuestro querido Abbá, nos cuida. Cualquier cosa desgraciada que pueda ocurrirnos no es tan desgraciada como puede parecer, en esa misma desgracia llega la Gracia, la ventura, la bienaventuranza. Por eso, siempre hay motivos para alegrarse.

¡INDIGNOS DE DESATAR LA CORREA DE LAS SANDALIAS DE JESÚS!

¿Quién será el portador de la Buena Noticia? Aunque uno anuncie que llega la aurora, hay en nosotros demasiada tiniebla como para compararnos con la luz que llega. Hay siempre una gran distancia entre el que anuncia la Esperanza y la Esperanza misma. Quienes se acercaban a Juan le preguntaban: ¿Qué debemos hacer? Es una buena pregunta para quienes deseamos abrir nuestro corazón a la esperanza.

Hay ciertamente personas, acontecimientos que nos acercan a la experiencia de la vida, de la salvación, de la gracia. Pero, ¡no son la realidad esperada! Nadie debe ser idolatrado. La idolatría solo lleva a la decepción.

Algunas personas favorecen la idolatría, la autoexaltación. Que aprendan del Bautista a reconocer que no son dignos ni siquiera de desatar la correa de las sandalias de Jesús.