16 Nov domingo XXXIII del T. O.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Malaquias 3, 19-20a
Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir – dice el Señor de los ejércitos -, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.
Palabra de Dios.
Salmo 97
R. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos: con clarines
y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes al Señor,
que llega para regir la tierra. R.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 7-12
Hermanos:
Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar.
Cuando vivimos con vosotros os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma. Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a esos les mandarnos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21. 5-19
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo.
– «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: – «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: – «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: «Yo soy», o bien: «El momento está cerca; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: – «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
Palabra del Señor.
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“Regocíjese todo ante el Señor”
No estamos en tiempos de alegrías fáciles. Pero ¿Cuándo lo son realmente? La verdadera alegría tiene siempre algo de huidiza, se hace de rogar, nos hace pelear por ella. Por eso el “regocíjese” del salmo de este domingo es deseo y esperanza a la vez. A la luz de este salmo se ha de leer la primera lectura, del profeta Amós, quizás un poco más árida a primera vista. Se nota que estamos a final del año litúrgico ya, y que todas las lecturas que ahora nos hablen de fenómenos físicos o realidades de sufrimiento tendrán un único fin: mostrar la inminencia de optar por el Señor. Eso nos dice Amós: nos iluminará un sol de justicia, que nos trae la salud; pero el mismo sol que a unos nos ilumina a otros que lo rechazan, les quemará. Lo rechazan porque no lo conocen, su venida es salvífica para todos y para todo, así nos lo hace pensar el salmo: el mar retumba, los ríos aplauden, los monten le aclaman… personificaciones que hablan de la hermosura de este momento.
San Pablo sigue dando testimonio en sus cartas a las comunidades. Hoy llega una nueva reprensión y un nuevo ejemplo: “Algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada”. No es el paro la situación que Pablo denuncia. Se trata más bien, de la comodidad, del egoísmo; Pablo critica a aquellos que no se ponen a trabajar por y para la comunidad, a aquellos que solo esperan recibir de la Iglesia, y nunca buscan aportar, edificarla, desde su pobreza. Nadie hay tan pobre que no pueda ayudar a sus hermanos. Muchas veces encontramos excusas para lo que fácilmente podríamos hacer.
Concluimos con el Evangelio en el que Jesús pone en la picota lo más sagrado para los judíos: el templo. Él les dice que no es el templo lo importante, ni la piedra de la que este está hecho; sino lo interior. No es el lugar lo que une a Dios, sino la fe del corazón. Por eso les hace esa llamada rotunda a “perseverar en la dificultad”, nada les pasará a los que creen en Dios si realmente ponen su fe en juego, en práctica, sin detenerse tanto en lo exterior. Perseverar -como dice san Alfonso- solo tiene sentido en situaciones adversas, «la perseverancia del soldado se prueba en la batalla y no en tiempos de paz», parece obvio. Perseverar, a pesar de la dificultad. Perseverar a pesar de que la fe no siga siendo algo social ni bien visto. Perseverar porque realmente se cree valioso y verdadero, no por temores ni miedos. Perseverar por amor. [/box]
Víctor Chacón Huertas, CSsR