18 Nov Educar desde la certeza del morir nos cambia la vida
Nadie nos prepara para la muerte. Estamos muy seguros de que en nuestra vida todo va a transcurrir en la normalidad de lo cotidiano. Vivimos en el autoengaño de ser intocables y que, en todo caso, si algo pasa, les va a pasar a otros. En una décima de segundo todo puede cambiar y perdemos a alguien con quien nos unía un gran amor. Nos da un vuelco la existencia y nos sentimos con una profunda debilidad.
Así lo asegura el P. Víctor M. Ballesteros, CSsR, en su artículo para la sección ‘Cambiaste mi luto en danza’ de la revista Icono. Lo que teníamos por seguro, lo que nos daba consistencia… todo se viene abajo en un instante. Tiene tanto impacto en nuestra vida, que nos quedamos totalmente hundidos. Este asalto de la muerte es tan duro que necesitamos equiparnos preventivamente. Puede hacer una educación que cultive una acogida activa de los límites y ofrezca sentido ante la experiencia de la muerte.
Estamos rodeados de noticias y de realidades luctuosas. Vivimos en una sociedad bajo la herida de muertes de todo tipo en la que, por una parte, o se hace de la muerte un espectáculo o se la teme, hasta el punto de no hablar del tema.
Sabiendo que nunca estamos preparados del todo, hay que perder el miedo a hablar sobre la muerte, porque este diálogo, abordado en profundidad, es una escuela de vida.
Hablar sobre cómo percibimos y qué significado damos al morir supone curarse de un mal sueño de la omnipotencia. La falsa creencia que tenemos del control total sobre nuestra vida. Viktor Frankl afirma desde su experiencia en un campo de concentración, que mientras vivimos podemos elegir lo que queremos ser. Es connatural al ser humano la búsqueda de sentido y ésta nos lleva a los valores y éstos a la responsabilidad.