Zapatos viajeros

Zapatos viajeros

En el libro de Ruth (4, 7-8) se dice: «Y la costumbre en tiempos pasados en Israel tocante a la redención y el intercambio de tierras, para confirmar cualquier asunto era ésta: uno se quitaba la sandalia y se la daba al otro; y esta era la manera de confirmar en Israel. El pariente más cercano dijo a Booz: cómprala para ti. Y se quitó la sandalia».

Según el autor del artículo que hoy recomendamos «Zapatos viajeros», César García-Rincón, que publicamos en nuestra revista Icono de octubre, «la empatía se conoce popularmente como ‘ponerse en los zapatos del otro'». De hecho, hay una frase recurrente que dice: «Antes de juzgar a una persona prueba a caminar un kilómetro en sus zapatos». La frase nos remite a ponernos en el lugar del otro, es decir, en sus circunstancias y coordenadas vitales y existenciales, en el mapa de su realidad.

Si buscamos referencias en los Evangelios y en el Antiguo Testamento acerca de las sandalias y zapatos vemos que hay muchas porque la mayoría de los traslados eran a pie. Hay una idea que es la de descalzarse como signo de confianza y purificación. La empatía comienza con este signo: primero, quítate tus sandalias, tus referencias, tus coordenadas, purifica y lava tus pies, es decir, tus pensamientos y sentimientos, y entonces, ahora sí, ponte en los zapatos del otro. No se trata de un impulso automático, sino que la auténtica y duradera empatía lleva su proceso.

La psicología nos habla de dos tipos de empatía: la situacional y la disposicional. La situacional surge de modo más espontáneo en una situación determinada que despierta nuestro corazón compasivo. La disposicional es la disposición permanente, el hábito de practicar la empatía incluso en situaciones y personas que nos despiertan pocas simpatías.

Si quieres aprender una nueva dinámica de César García-Rincón puedes leer el artículo completo aquí.