Convenio de la residencia Perpetuo Socorro con la Universidad de Granada

Convenio de la residencia Perpetuo Socorro con la Universidad de Granada

La rectora de la Universidad de Granada, María Pilar Aranda, firmó un convenio con el director de la residencia Perpetuo Socorro, el P. Antonio Puerto, CSsR, por el cual la residencia se adscribió de forma oficial a la Universidad. La firma tuvo lugar el pasado 6 de mayo.

Pedro Ginés relata al Centro de Comunicación Redentorista su experiencia en la residencia universitaria:

El P. Antonio Puerto me explicó hace tiempo el significado etimológico de la palabra «recordar», que proviene del verbo latino recordaris, formado por re (de nuevo) y cardis (corazón). Recordar quiere decir mucho más que tener a alguien o algo presente en la memoria. Significa «volver a pasar por el corazón». Y no hay término más acertado para esta ocasión: quiero recordar mi vida en la residencia.

Mis primeros días en Granada fueron un poco caóticos. Días en que te encuentras un poco confuso, perdido, sin saber muy bien qué hacer o con quién hablar. Para la gente que se consideraba tímida, como yo, parecía un muro infranqueable que no me sentía capaz de superar. Fueron momentos muy complejos, una serie de circunstancias académicas y personales no me dejaron parar un momento y mirar a mi alrededor. Decidí cerrarme en banda a todo lo que me suponía cambiar. Había mucha gente intentando tenderme una mano que yo rechazaba o ignoraba. Personas que no se cansaron de esperar hasta que estuve preparado para afrontar esa etapa.

Entonces entendí que ser residente del Perpetuo Socorro representa una forma distinta de vivir la universidad, y lo que es más importante: la vida. Vivir la vida entregado a los demás, aprovechando cada oportunidad que nos permita ser mejores personas. Nuestra sociedad necesita de hombres y mujeres bien formados que sepan ir más allá, que confíen en sí mismos. Hombres y mujeres que afronten la adversidad sumando en lugar de restando. Hombres y mujeres que sean buenos profesionales pero, ante todo, buenas personas.

DESCUBRÍ QUIÉN SOY

Aquí he afrontado mis mayores retos. Me enamoré de una forma diferente de vivir. Conocí a los que creo serán mis amigos durante muchos años. Y lo que es más importante: en la residencia descubrí quién soy de verdad. Parece sorprendente que un edificio de apenas tres plantas en el que viven no más de 20 personas pueda aportar tanto en la vida de alguien. Pero os aseguro que es así. Porque no son 20 anónimos, son 20 personas con nombres e historias propias.

Son esa familia postiza de septiembre a junio que estoy deseando encontrarme después del verano. Que cuentan los días que faltan para que el P. Antonio nos diga que podemos volver. Los que se ríen de chistes malos, escuchan atentos las historias y viajes de los PP. Antonio Puerto, Lasso o Antonio Quesada, las conversaciones en francés del P. Miguel Sánchez y los testimonios de toda la comunidad.

Los que entretienen a las cocineras por contarles su plan para este fin de semana. Los que piden consejo a la limpiadora para planchar una camisa o aprender a tender como Dios manda. Los que te traen la merienda en las tardes de estudio. Los que te llaman a la habitación para preguntarte qué tal te ha ido el día o los que te dicen de salir cuando estás ya en pijama.

HOGAR

Recordando mi estancia universitaria quiero dar las gracias a los misioneros redentoristas por brindarnos a jóvenes como yo la oportunidad de hacer un hogar en esta residencia. Hablo en nombre de todos los residentes al decir que no podrán nunca imaginar el enorme y cálido trabajo que hacen por y para nosotros.

También este recuerdo me hace agradecer a los diferentes grupos del Santuario que están siempre dispuestos a colaborar con nosotros. Aunque no tengan una habitación en nuestro pasillo tienen también su casa en esta residencia. Siempre hay sitio para ellos porque juntos hacemos el Santuario.

Por último, agradezco a mis compañeros residentes el simple hecho de compartir estos años conmigo, e invito a los nuevos a vivir al máximo todo lo que supone la universidad. La residencia no es lugar para encerrarse en la habitación a estudiar sin descanso. Ser residente es salir al pasillo, aporrear la puerta que tenéis al lado y hablar con ese compañero de pasillo o de planta que, hasta ahora, parecía invisible pero que, si le das la oportunidad, descubrirás en él un hombro donde encontrar apoyo cuando las cosas anden un poco torcidas o un amigo con quien celebrar las victorias.

VIVIR LA UNIVERSIDAD

Ahora que estoy acabando mi carrera me doy cuenta de que no podemos vivir la universidad como un edificio al que se va a recibir clases, he aprendido a sentir Granada y su universidad como mía. hay que recorrer la ciudad, conocer gente de otras residencias, colegios mayores y facultades, participar en las actividades, intercambiar opiniones, suspender exámenes y sacar matrículas de honor. Porque todo esto es lo que marca la diferencia entre estudiar una carrera universitaria y ser universitario en una residencia.

Tras este maravilloso trayecto ya se divisa mi última parada. Habiendo aprendido a disfrutar de un viaje soleado y en sombra, solamente espero haber dejado un poquito de mí en el escudo de esta institución. Ortega y Gasset decía que uno mismo es él más sus circunstancias. Pues benditas sean mis circunstancias porque me han hecho verdaderamente feliz durante estos años en la Residencia Perpetuo Socorro de Granada.

Deseo que muchas generaciones de universitarios puedan vivir aquí su propia historia y ¡que viva nuestra pequeña-gran familia! ¡Viva la residencia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Granada!