Las gafas de la justicia

Las gafas de la justicia

John Rawls, uno de los filósofos sociales más influyentes en el pensamiento del siglo XX y XXI acerca el principio básico de justicia en su Teoría de la Justicia y nos habla de la importancia de armonizar dos principios clave: el principio de la igualdad y el principio de la diferencia. Este principio dual está, según explica César García-Rincón en nuestra revista Icono de abril, en el fondo de las políticas de discriminación positiva, que favorecen más a un determinado tipo de personas o colectivo por el hecho de compartir una carencia o necesidad común en condición de desigualdad estructural y coyuntural, respecto del resto de ciudadanos.

En palabras de García-Rincón, «este principio dual viene a decir que todos somos iguales en dignidad y derechos, pero no todos necesitamos lo mismo (derechos, capacidades, bienes, oportunidades) al mismo tiempo ni en el mismo momento histórico de nuestra existencia».

Por ello, el buen gobierno y la buena gestión requiere, entre otros aspectos y virtudes, «armonizara y equilibrar con inteligencia ambos principios: igualdad  y diferencia».

El autor detalla cómo en el Evangelio tenemos una referencia muy ilustrativa de este principio dual en la figura del padre del hijo pródigo y su respuesta ante la pregunta del hermano mayor de éste, enojado por la fiesta para el regreso de su hermano, después de haber despilfarrado todo llevando una mala vida: «Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Más él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas las cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado» (Lc 15, 25-32).

Aquí puedes leer el artículo completo donde César García-Rincón explica la dinámica de las Gafas de la Justicia. ¡No te lo pierdas!