17 Feb Por una vida sin fronteras
«Asistimos a diario al drama de las ‘forzadas migraciones humanas’, generando esa categoría ‘molesta’ de los llamados ‘inmigrantes’, pero a los cuales, por esa terca manía de las formalidades que enmascaran la realidad, se les des-individua y se les coloca en el perfil de grupos invasores y peligrosos. Por lo que, queriendo o no, se les deshumaniza».
‘Por una vida sin fronteras’ es el título de la columna de opinión de Antonio Gerardo Fidalgo, CSsR, en nuestra revista Icono del mes de febrero.
En ella asegura que «no se habla de sus vidas, sus rostros concretos, sino del problema de la inmigración ‘clandestina’, del control de fronteras, de la ‘seguridad nacional’ y similares epítetos frutos de instrumentalizaciones geopolíticas y de autoreferencialismos étnicos y socioculturales».
En su opinión, lo que está sucediendo en las fronteras de Bielorrusia y Polonia, así como cotidianamente en el mar Mediterráneo, es cada vez menos excusable, es el más grande sin sentido -sin justificación alguna- de la historia presente.
Por esta razón -asegura Fidalgo- «la propuesta y la llamada del Papa Francisco en Fratelli Tutti (30-10-2020) se vuelve más que nunca urgente y necesaria, requiere ser comunicada y expresada por los mejores medios posibles (cf. FT, nn 80-86). La teología, la pastoral, las acciones e instituciones eclesiales deberían estar en primera línea en este compromiso».
«Lo que está ocurriendo con las ‘fronteras’ de este nuestro mundo no es más que un reflejo de la incapacidad de gestionar nuestro propio ser fronterizos y , lo más dramático es no saber madurar hacia nuevos y mejores horizontes de realización humana. La llamada del Papa Francisco es para asumir que se puede proyectar una vida sin fronteras, un sistema de vida sin fronteras. Pero para ello hay que llevar la dignidad a las fronteras y repensar la dignidad desde las fronteras»
En palabras del misionero redentorista, «se trata de una apuesta por una amistad social, por una apertura fundamental, por una inclusión constante y sistémica, trascendiendo las meras relaciones oportunistas de asociados por intereses de lucro y de mezquinos sistemas socioculturales y geopolíticos».
Como dice el Papa Francisco: «Este enfoque reclama la aceptación gozosa de que ningún pueblo, cultura o persona puede obtener todo de sí. Los otros son constitutivamente necesarios para la construcción de una vida plena» (FT, n. 150).
Ojalá podamos desde nuestra Academia Alfonsiana escuchar el apelante llamado del Papa: «Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando muros» (FT, n. 284).
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