25 Ene Carta a los matrimonios
‘Carta a los matrimonios. Con ocasión del Año Familia Amoris laetitia’. Carta de S.S. Francisco, editorial San Pablo.
El Papa Francisco se dirige a los matrimonios con ocasión del Año de la Familia Amoris laetitia para expresarles su afecto y cercanía y reflexionar sobre «algunas dificultades y oportunidades» que han vivido en el tiempo de pandemia. En su Carta recuerda que el matrimonio es realmente «un proyecto de construcción de la cultura del encuentro» y que las familias tienen ante sí el desafío de tender puentes entre las generaciones «para la transmisión de los valores que conforman la humanidad» y participar activamente y con creatividad en la vida de la Iglesia.
«El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones».
El pasado 19 de marzo de 2021 comenzó el Año Familia Amoris Laetitia. El mismo día en que la Iglesia celebra el 5º aniversario de la publicación de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, un texto que el papa Francisco dedica a la belleza y la alegría del amor familiar. 2021, dedicado especialmente a la familia, concluirá el 26 de junio de 2022, en el X Encuentro Mundial de las Familias en Roma con el Santo Padre.
«Queridos esposos y esposas de todo el mundo:
Con ocasión del Año Familia Amoris laetitia, me acerco a ustedes para expresarles todo mi afecto y cercanía en este tiempo tan especial que estamos viviendo. Siempre he tenido presente a las familias en mis oraciones, pero más aún durante la pandemia, que ha probado duramente a todos, especialmente a los más vulnerables. El momento que estamos viviendo me lleva a acercarme con humildad, cariño y acogida a cada persona, a cada matrimonio y a cada familia en las situaciones que estén experimentando.
Este contexto particular nos invita a hacer vida las palabras con las que el Señor llama a Abrahán a salir de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida que El mismo le mostrará (cf Gén 12, 1). También nosotros hemos vivido más que nunca la incertidumbre, la soledad, la pérdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados a salir de nuestras seguridades, de nuestros espacios de «control», de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no solo al bien de la propia familia, sino además al de la sociedad, que también depende de nuestros comportamientos personales.
La relación con Dios nos moldea, nos acompaña y nos moviliza como personas, en última instancia, nos ayuda a «salir de nuestra tierra», en muchas ocasiones con cierto respeto e incluso miedo a lo desconocido, pero desde nuestra fe cristiana sabemos que no estamos solos ya que Dios está con nosotros: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo o estudio, en la ciudad que habitamos.
Como Abrahán, cada uno de los esposos sale de su tierra desde el momento en que, sintiendo la llamada al amor conyugal, decide entregarse al otro sin reservas. Así, ya el noviazgo implica salir de la propia tierra, porque supone transitar juntos el camino que conduce al matrimonio. Las distintas situaciones de la vida: el paso de los días, la llegada de los hijos, el trabajo, las enfermedades son circunstancias en las que el compromiso que adquirieron el uno con el otro hace que cada uno tenga que abandonar las propias inercias, certidumbres, zonas de confort y salir hacia la tierra que Dios les promete: ser dos en Cristo, dos en uno. Una única vida, un «nosotros» en la comunión del amor con Jesús, vivo y presente en cada momento de su existencia. Dios los acompaña, los ama incondicionalmente. ¡No están solos!
JÓVENES
Queridos esposos, sepan que sus hijos -y especialmente los jóvenes- los observan con atención y buscan en ustedes el testimonio de un amor fuerte y confiable. «¡Qué importante es que los jóvenes vean con sus propios ojos el amor de Cristo vivo y presente en el amor de los matrimonios, que testimonian con su vida concreta que el amor para siempre es posible!».
Los hijos son un regalo, siempre cambian la historia de cada familia. Están sedientos de amor, de reconocimiento, de estima y de confianza. La paternidad y maternidad los llaman a ser generativos para dar a sus hijos el gozo de descubrirse de Dios, hijos de un Padre que ya desde el primer instante los ha amado tiernamente y los lleva de la mano cada día. Este descubrimiento puede dar a sus hijos la fe y la capacidad de confiar en Dios.
Ciertamente, educar a los hijos no es nada fácil. Pero no olvidemos que ellos también nos educan. El primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que non más elocuentes que las palabras. Educar es ante todo acompañar los procesos de crecimiento, es estar presentes de muchas maneras, de tal modo que los hijos puedan contar con sus padres en todo momento. El educador es una persona que «genera» en sentido espiritual y, sobre todo, «se juega» poniéndose en relación. Como padre y madre es importante relacionarse con sus hijos a partir de una autoridad ganada día tras día. Ellos necesitan seguridad que los ayude a experimentar la confianza en ustedes, en la belleza de sus vidas, en la certeza de no estar nunca solos, pase lo que pase».
(…)
Me despido con cariño viviendo la misión que Jesús nos ha encomendado, perseverando en la oración y «en la fracción del pan» (He 2, 42)».
Papa Francisco.
Roma, San Juan de Letrán, 26 de diciembre de 2021, Fiesta de la Sagrada Familia.
Las personas interesadas en comprar ‘Carta a los matrimonios. Con ocasión del Año Familia Amoris laetitia’, de la editorial San Pablo. La Carta de S.S. Francisco, pueden solicitarlo en nuestra editorial Perpetuo Socorro.