10 Ene «Las cosas de Dios»
¡Qué bueno sería empezar un nuevo año que, de verdad, sepa a nuevo! ¡Qué imprescindible descubrir que es posible! Así comienza el artículo editorial del director la revista Icono, Francisco Javier Caballero, de este mes de enero.
Ya no nos llenan las palabras. Ríos de tinta crean opinión y confusión, pero no sostienen la vida. Estamos en una sociedad hiper informada y, por ello, hiper saturada. Bajo un constante bombardeo de noticias, descubrimos que empezamos un año nuevo, quizá más solos que nunca. «No ha servido la pandemia -todavía muy presente- para que nos mostremos más humanos y solidarios», asegura Caballero.
La novedad de un tiempo nuevo nos desvela, en palabras del director de Icono, «que seguimos con costumbres viejas que dificultan la confianza». A pesar de tanto llamamiento, seguimos cultivando más la apariencia que el compromiso; la frivolidad que la verdad; el consumo que la sostenibilidad y la ecología. «¿Nos habremos convertido en consumidores de sensaciones? ¿Aprenderemos a vivir cuidando lo esencial?», subraya Caballero.
Vivir en cristiano no es negar lo humano como algunos se empeñan en afirmar; vivir en cristiano es integrar todo lo humano, experimentar «Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno», que dice el proverbio latino. «Vivir en humano-cristiano es encontrar, a pesar de las dificultades, razones para la esperanza, para celebrar la vida que vale la pena. Recrear la vida con sentido, esto es, vivir la vida que amas y amar la vida que vives».
«Esta es la luz del año nuevo-asegura Caballero- ese es nuestro Dios siempre presente; es el corazón de la Iglesia cuando es comunidad y de la evangelización cuando es amor».
Quizá este sea un año que lo podamos iniciar confiando más en nosotros mismos, así se abre una experiencia confiada en nuestro entorno. Si me creo capaz, creo capaces a quienes están en mi entorno de optar por lo justo, lo bueno y lo bello. Si alcanzo a desvivirme para que otro y otra sea feliz, estoy ofreciendo la posibilidad de que los demás entiendan que la verdadera felicidad está en olvidarse de uno mismo.
Aprenderemos, como sociedad, a ser felices en la sonrisa de los demás.
Es un año nuevo para leer en cristiano tanto «milagro», que pudiera pasar desapercibido: madres que se desviven por sus hijos hasta la extenuación; niños aferrándose por la vida en tanta situación de emergencias; vecinos anónimos, que ofrecen diariamente su ayuda al que no puede; maestros y maestras que enseñan el sentido de la vida sin medir ni tiempo ni esfuerzo; sanitarios que humanizan la salud; aunque no puedan curar; religiosos y religiosas ancianos que, fieles a su vocación, permanecen aunque las fuerzas escaseen y ofrecen escucha con una sonrisa… de tantas y tantas personas que están ahí , a la vista de quien quiera leer que otro mundo es posible.
Y concluye: «Es un tiempo nuevo para no ver lo de siempre, para dejarnos emocionar por el paso de Dios, quizá menos ruidoso pero muy real y persistente. Frágil y fuerte al mismo tiempo. Como son las cosas de Dios».
ECHAR LAS REDES
Volver a intentarlo, persistir en el empeño… aun cuando todo parece en contra, es necesario volver a echar las redes. Algo de esto vivieron los discípulos después de una pesca infructuosa, cuando el Maestro les dice: «Volved a echar las redes» (Jn 21, 6)…, y se produjo el milagro.
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