02 Jul Envejecer sin nostalgia
J.P. Riesco aborda en esta publicación el envejecimiento e insiste en que, aunque no podemos evitar el envejecimiento corporal, sí debemos evitar la vejez espiritual porque no tenemos edad de nuestras arterias, sino la de las ganas de vivir.
Entre otros temas, la obra recoge cómo hacer feliz a un anciano, las bienaventuranzas del anciano, problemas de los ancianos, tentaciones de los ancianos, santidad de los ancianos, el anciano orante, orar a la vida, la gloria del anciano, un anciano creyente, un anciano con esperanza, un anciano que nunca estuvo ocioso, un anciano de las sorpresas, un anciano aspirante a santo de altar y oracional.
En cuanto a cómo hacer feliz a un anciano, Riesco asegura que “nada hay comparable en valor y belleza con la vida humana, que tiene sentido en la infancia, juventud, madurez y vejez, porque todas las etapas de la vida tienen su encanto”. Describe las características de la vejez: la decadencia física, intelectual, la jubilación y la situación psíquica del anciano.
En su opinión, todo anciano debe estar convencido de que la vejez no es una desgracia, la muerte no es un fracaso, lo más importante de la vida no es “hacer”, sino “ser”, un anciano no es un inútil, todavía tiene una misión importante que cumplir, puede colaborar en la obra de la Redención y la cruz no es el final.
Ante su comportamiento, hay que atender sus necesidades corporales, reconocer lo que los ancianos han hecho, ser agradecidos, prestarles servicios, mantenerlos en activo en cuanto sea posible y acompañarlos.