13 Abr Fratelli Tutti. Amor Universal
Inspirado en la invitación de san Francisco de Asís a vivir un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio, y a partir de la parábola del buen samaritano, el papa Francisco se dirige en ‘Fratelli Tutti’ a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para proponer esta encíclica social, el ejercicio de una fraternidad abierta a todos que permita construir un mundo nuevo.
- Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia. Si cada uno vale tanto, hay que decir con claridad y firmeza que “el solo hecho de haber nacido en algún lugar con menores recursos o menor desarrollo no justifica que algunas personas vivan con menor dignidad”. Este es un principio elemental de la vida social que suele ser ignorado de distintas maneras por quienes sienten que no aporta a su cosmovisión o no sirve a sus fines.
- Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene, aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser. Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad.
- Hay sociedades que acogen parcialmente este principio. Aceptan que haya posibilidades para todos, pero sostienen que a partir de allí todo depende de cada uno. Desde esa perspectiva parcial no tendría sentido “invertir para abrirse camino en la vida”. Invertir a favor de los frágiles puede no ser rentable, puede implicar menos eficiencia. Exige un Estado presente y activo, e instituciones de la sociedad civil que vayan más allá de la libertad de los mecanismos eficientistas de determinados sistemas económicos, políticos o ideológicos, porque realmente se orientan en primer lugar a las personas y al bien común.