11 Dic Profesión Perpetua
El pasado 5 de diciembre, cuatro estudiantes de la Provincia de Madrid, Carlos, Lalo, Guille y Joaquín, realizamos nuestra profesión perpetua como religiosos en la Congregación del Santísimo Redentor, fundada por San Alfonso hace casi 300 años.
La celebración estuvo precedida por varios acontecimientos, pues, en primer lugar, el domingo 29 de noviembre recibimos de parte del Superior Provincial las órdenes menores de acolitado y lectorado, acompañados de muchos jóvenes y miembros de la parroquia del Perpetuo Socorro de Madrid, así como del párroco.
El lunes por la tarde marchamos los cuatro estudiantes, acompañados por el P. Raúl Valencia (redentorista formador en la comunidad de Valencia) al monasterio de Santa María de Huerta, en la provincia de Soria, para dedicar unos días de retiro y preparación a la profesión perpetua.
Durante cuatro días estuvimos compartiendo la liturgia de las horas con los monjes trapenses del monasterio, en un clima de oración y silencio que nos ayudaba a centrarnos en lo importante: la decisión de dar el paso definitivo en nuestra consagración religiosa.
Por otro lado, durante las mañanas el P. Raúl Valencia nos ofreció un precioso testimonio de su vida y experiencia como religioso, centrándose especialmente en el concepto de fidelidad a su vocación, a la Congregación, a la Provincia y al trabajo como misionero. Nos ayudaba, además, con una serie de interrogantes y cuestiones para que cada uno trabajáramos individualmente en nuestros momentos de oración y reflexión personal.
Durante la tarde, el abad del monasterio, Dom Isidoro Anguita también nos ofreció su sabiduría y conocimiento acerca de la vital cuestión de la fidelidad, dándonos unas pautas y consejos para tener en cuenta en el futuro cuando nos acechen las crisis y la acedia.
El jueves se hizo presente el Superior Provincial, P. Francisco J. Caballero en el monasterio, con quien estuvimos revisando después de comer la celebración y manteniendo también un coloquio individual, previo a la profesión perpetua.
El viernes, después de desayunar nos pusimos de nuevo en carretera para volver a Madrid, haciendo una parada estratégica en Medinaceli, para visitar el pueblo medieval. Desgraciadamente el frío y la COVID nos impidieron disfrutar más de la breve visita.
Por la noche celebramos una vigilia en la capilla del Perpetuo Socorro, preparada con mucho cariño por el P. Domingo Sánchez y el est. Javier Arenal, y acompañada por una reducida presencia del coro de la parroquia. La vigilia fue un lugar y un momento de encuentro con el Señor, en el que resonó especialmente la palabra GRACIAS. Un agradecimiento al Señor por estar siempre presente en nuestras vidas, por acompañarnos en nuestro camino y por habernos invitado a seguirle más de cerca. También nos hacíamos especialmente conscientes del amor que Dios nos tiene y que no podemos dejar de proclamar. Igualmente recordamos como esa capilla ha sido un lugar que ha marcado a tres de nosotros nuestra vocación desde el principio, con la presencia de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro.
El sábado 5 de diciembre, día de la profesión, fuimos llegando poco a poco a la parroquia, al igual que los invitados (con invitación presencial para poder controlar el aforo por las debidas restricciones). La celebración la habíamos venido preparando durante varias semanas antes, y de hecho habíamos hecho un ensayo durante la tarde del viernes, por lo que conseguimos que todo estuviera bastante bien organizado.
Al no poder contar con los postulantes, la procesión de entrada iba precedida por la cruz procesional portada por el est. Javier, y a continuación íbamos los procesandos. Nos acompañaban redentoristas de numerosas comunidades de la Provincia: de Aluche, Astorga, Las Lomas, Félix Boix, Mérida, Zaragoza, Valencia, Salamanca y Granada, aunque el resto de comunidades estaban también presentes en nuestra oración.
El P. Provincial nos regaló una catequesis sobre los consejos evangélicos de esas que siempre traen frescura y novedad, con un barniz de cómo han de entenderse los votos religiosos en el siglo XXI. Para muchos de los asistentes les ayudaba a salir de unos conceptos clásicos y ya anticuados de la pobreza, castidad y obediencia. Quizás marcara también algo más el voto y juramento de perseverancia que lejos de ser un simple “quedarse” es más bien un “querer quedarse”, que lo hace todo mucho más bonito, significativo y comprometedor.
Nuestras familias participaron en la celebración a través de las lecturas y las ofrendas, existiendo en todo momento una gran solemnidad y una organización exquisita, gracias también a la dirección del P. Damián Mª Montes, maestro de ceremonia.
Hubo muchos momentos de gran emoción e incluso lágrimas, especialmente en el canto de las letanías. Desde aquí nuestras palabras de agradecimiento al coro, dirigido por Manuela Hens, que contribuyó a dar belleza a la celebración.
Tras la lectura y firma de la profesión de nuestros votos por cada uno, el abrazo fraterno estuvo más limitado que en otras ocasiones, pero aún así sentimos el calor y la real acogida de nuestros hermanos de la Provincia.
Al terminar la celebración, Carlos compartió una acción de gracias en la que de nuevo recordábamos nuestro principal agradecimiento a Dios, por su amor infinito hacia el hombre y hacia nosotros, y por su invitación personal a trabajar siguiendo los pasos de San Alfonso.
Otro momento especialmente emotivo para todos los asistentes fue en la entrega de un detalle a nuestras madres, unas palomas de cerámica, que les hicimos entrega sus hijos, precedidas de unas palabras de agradecimiento por parte del P. Provincial por su trabajo y entrega a lo largo de nuestras vidas, gracias a lo cual hemos podido llegar a entregarnos a Dios a través de la Congregación.
Terminamos la celebración de nuevo con una procesión de salida, dando por concluida la celebración.
A continuación, salimos todos al patio de la iglesia para saludar a todos nuestros familiares y amigos que pudieron hacerse presente en ese día tan importante para nosotros.
Por último, al estar restringidas las reuniones por motivos sanitarios, los profesos nos fuimos a comer con nuestras familias, sin que pudiéramos ofrecer un vino a todos los invitados a la celebración, mostrando la hospitalidad y acogida que siempre nos gusta hacer en la Congregación.
Damos gracias a Dios por tanto bien recibido. Pedimos que sigáis rezando por nosotros para que continuemos dando un sí al Señor cada día.
Joaquín García Romanillos, CSsR