Peregrinación Virgen del Espino

Peregrinación Virgen del Espino

Nuestra Señora del Espino en Chauchina (Granada)

 

El pasado 21 de abril los Antiguos Alumnos de Santa Fe peregrinaban a la ermita de Nuestra Señora del Espino Coronada

Dentro de las actividades de la Asociación “Visita la tierra del asociado”, este año hemos elegido Chauchina, tierra de nuestro compañero Ramón Molina, con el aliciente de la visita a la ermita de Nuestra Señora del Espino Coronada en el Monasterio de MM. Clarisas Capuchinas.

Aparte la afinidad redentorista con el Jovenado de El Espino, teníamos curiosidad por conocer el lugar, que goza de gran devoción entre muchos fieles de esta región.

La advocación “Virgen del Espino”, está muy extendida en muchas poblaciones españolas: Soria, Burgo de Osma, Santa Gadea del Cid en Burgos, Hoyos del Espino en Ávila, Membrilla, etc.

Junto a los Antiguos Alumnos redentoristas, el  Coro San Alfonso y otros grupos del Santuario, se unió a nuestra peregrinación el P. Laurentino Pineda, superior de la comunidad de Granada.

Más de medio centenar de ilusionados peregrinos, ataviados con un colorista pañuelo al cuello, llegábamos a Chauchina en la mañana del día 21 de abril. Nos recibió el amigo Ramón Molina, quien nos condujo, en un primer momento, al salón de la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora del Espino Coronada.

Una información sobre el lugar y su historia

Aquí se inició nuestra jornada peregrina con una exposición de Ramón y el Secretario de la Hermandad, con proyección de imágenes, a la que siguió el relato de la Aparición en  un espino de la “Señora” o “Buena Mujer”, (en palabras de la agraciada Rosario Granados). El hecho, junto al posible milagro de la curación de Rosario, ocurrió un 9 de abril de 1906, acontecimiento que supuso el inicio de esta devoción popular.

Estuvieron presentes varios compañeros del norte, venidos expresamente para participar en la peregrinación, entre ellos Juan García que, como gran conocedor de su historia, nos ofreció un bosquejo de la aparición milagrosa de la Virgen, también sobre un corpulento espino, en marzo de 1399 en Santa Gadea del Cid, lugar en el que se erigió una ermita, convertida en Monasterio de Monjes Benedictinos. Tras muchos avatares de guerras, expolios y desalojos, en 1879 la Congregación redentorista tomó posesión del Monasterio, convirtiéndolo en seminario menor durante muchos años.

Al calor de estas informaciones, visitamos la iglesia parroquial, dedicada a Nuestra Señora de la Encarnación. Tras la cordial bienvenida del párroco nos dirigimos después a la ermita donde celebramos la eucaristía, oficiada por el Padre Laurentino y animada con los cantos del Coro San Alfonso. Asistían también  desde su clausura las monjas Clarisas del Monasterio.

El restaurante Marinetto, muy conocido en la zona por su especialidad de bacalao “emborrizado”, fue el lugar elegido para el banquete fraterno, en el que no faltaron los brindis que siempre desatan la alegría y el bienestar.

Visita al monumento con epílogo mariano

Visita obligada fue el cementerio donde pudimos contemplar el monumento erigido en conmemoración de la gloriosa aparición. De vuelta a la ermita, por un especial privilegio de las monjas Clarisas a este devoto grupo, efectuamos una piadosa visita al Camarín de la Virgen.

Con anterioridad el Coro San Alfonso ofreció un concierto mariano en homenaje a la Virgen, con presencia del Claustro Monacal y de un numeroso público que llenó la Iglesia. Su colofón fue la interpretación del Himno a la Virgen del “Pincho”, como también se le conoce por estos lares. Gustó tanto, que las monjas pidieron repetirlo para acompañarnos con el órgano.

Todo finalizó con un intercambio de regalos con el Icono del Perpetuo Socorro como recordatorio de nuestra visita y constancia del amor que por Ella sentimos; no en vano los Redentoristas llevaron a cabo memorables misiones en los comienzos de la devoción a la Virgen del Espino y la formación de la Hermandad creada en su honor.

Buenos augurios y deseos para el próximo viaje, marcaron el feliz regreso con la esperanza de que, cuando menos, sea similar al vivido en esta peregrinación.

Manuel Pérez (Granada)