13 Feb Asamblea extraordinaria con el Gobierno General
El lunes 22 de enero, en la residencia de Félix Boix de Madrid, comenzaba la Asamblea Extraordinaria de la Provincia con el Gobierno General. Por parte del Gobierno General estaban presentes, el Superior General, P. Michael Brehl, el H. Jeffrey Rolle, Consejero General y el P. Johannes Römelt, Coordinador de la Conferencia de Europa. Por parte de la Provincia asistieron el Superior Provincial, P. José Luis Bartolomé, y 45 congregados con representantes de casi todas las comunidades y el matrimonio Antonio Izquierdo y Ana Mª Osorio en representación de los laicos redentoristas.
Ese mismo día a las 16,15, comenzaron las sesiones con la presentación de cada uno de los participantes. Seguidamente el H. Jeffrey propuso el plan de trabajo que tenía como base los Documentos Finales del 25º Capítulo General. El primer día concluyó con Eucaristía y Gaudeamus
En los días siguientes la jornada comenzaba con el rezo de Laudes antes de la primera sesión y se concluía con la Eucaristía al finalizar el día.
El día 23 fue una jornada de retiro. La reflexión se centró en el tema del sexenio: “Testigos del Redentor: Solidarios para la Misión en un mundo herido”. Lo podemos resumir en estas palabras clave: Testigos, Solidaridad, Mundo herido. Como estribillo permanente de la Asamblea: “Para la Misión”, un objetivo que no se puede perder de vista en todo el proceso de reestructuración. O sirve para la misión, o habremos trabajado en vano.
El primer testigo de Dios que salva es el Jesús total: vida, muerte, resurrección. El Jesús sanador, liberador, resucitador. Es el modelo que hay que seguir y ser testigos que no se quedan guardando el sepulcro y lo que esto significa, sino que salen a hacer presente la salvación.
En el mundo son muchos los heridos: Pobres, explotados, migrantes, sin patria… Hay que tocar las heridas de Jesús en los sufrientes del mundo. Solidaridad por parte de las personas, comunidades, provincias…, para sanar estas heridas. Todo esto exige una verdadera conversión en personas, proyectos y estructuras: “No se puede echar vino nuevo en odres viejos”. Hay que ir al encuentro con Jesús allí don Él está y donde están los heridos.
A partir del segundo día, 24 de enero, se entró en la presentación, el análisis y la reflexión en torno a las Decisiones del Capítulo General. Estas decisiones afectan a todos: presbíteros, hermanos, laicos asociados, a las Redentoristas y miembros de institutos afiliados. De todos ellos depende el dinamismo para responder a los retos que plantea la evangelización del mundo actual. Merece la pena sintetizar y resaltar los principales tema tratados, surgidos de la lectura y el análisis de las Decisiones del Capítulo General.
La reestructuración, tema de fondo del Capítulo, exige, ante todo, revivir el carisma: evangelizar con dinamismo misionero a los abandonados, especialmente a los pobres (Const. 1) tomando conciencia del mundo “herido” y secularizado en el que vivimos, y elaborar un proyecto y la forma práctica de realizarlo, empleando sabiamente los recursos humanos y materiales de que disponemos.
La Comunidad apostólica es la que realiza la Misión: “Somos un único cuerpo misionero” (Const 2). Este principio es una llamada de atención sobre el individualismo y el secularismo reinante, que también nos afecta. Es necesario provocar una nueva disponibilidad para la Misión. Para mejorarla se propone un nuevo estilo de vida comunitaria: elaboración de un proyecto comunitario renovable, limitación de tiempo de permanencia en la misma comunidad, actualizar la Guía pastoral de superiores y de quienes prestan servicios en la comunidad.
Una preocupación del Capítulo ha sido la formación humana y espiritual en sus diversas etapas: estudios civiles y teológicos, noviciado, ordenación junto a una “formación permanente para la Misión y Evangelización de un mundo secularizado”. En este terreno se destacó la promoción de la enseñanza de la Teología Moral como una prioridad y la reestructuración de la Academia Alfonsiana.
El Capítulo considera la Pastoral vocacional como una prioridad real. Es labor de todos y para las diversas formas de pertenencia a la Congregación: presbíteros, hermanos, laicos asociados. Para estos últimos hay que establecer su forma de pertenencia a la Congregación y las diversas modalidades.
La reestructuración implica a todas las estructuras de la Congregación: Gobierno General, Conferencias, Provincias y Comunidades. El Gobierno General ha de ofrecer a la Congregación criterios para la acción pastoral y para la reestructuración. Las Conferencias elaborarán proyectos pastorales en común y promoverán la colaboración entre ellas practicando la solidaridad. Se han de promover estructuras de diálogo entre teólogos y misioneros, laicos incluidos.
Se abordó, también, el futuro de la Congregación en el Hemisferio Norte: Conferencias de Europa y América del Norte. En la Conferencia de Europa se señalaron, entre otras, dos dificultades: la edad de los miembros y la diversidad de lenguas y de cultura entre el Norte y el Sur. Se ve difícil la unidad y la colaboración. Sin embargo, a pesar de la dificultad a nivel político se ha creado la Comunidad Europea. Esto indica que no es imposible. Entre algunas Unidades existe ya alguna colaboración, especialmente en la Pastoral juvenil y el noviciado común. Se considera más factible la colaboración en proyectos comunes de solidaridad.
Es necesario promover en toda la Congregación el ejercicio de la solidaridad a todos los niveles, especialmente con los pobres. En este ámbito la solidaridad con África y Madagascar tiene la primacía. Todas las Conferencias, según sus posibilidades, han de procurar mantener un compromiso de personal y financiero con el Fondo para África y Madagascar. Se propuso promover aún más la colecta anual en toda la Congregación para el ya existente Fondo de Solidaridad.
Respecto a las finanzas y el patrimonio, el Gobierno General se propone ofrecer un Manual de Asuntos Financieros. Que cada Unidad cumpla con las leyes de su país, y establezca una especie de auditoría interna que revise las cuentas. Se ha de procurar, también, la formación adecuada de quienes prestan este servicio.
En una breve crónica no es posible recoger la labor de cuatro días sobre asuntos tan vitales. Pero fundamentalmente estos fueron los temas y orientaciones básicas de un encuentro que se realizó en un ambiente distendido y fraterno. Fueron jornadas de labor intensa y responsable. Se ha tomado conciencia aún más aguda de los retos que tenemos por delante, muchos de los cuales comprometen nuestro futuro. Todos los participantes han podido presentar sus aportaciones en las sesiones plenarias y en el trabajo por grupos. Esperemos que este esfuerzo e inquietudes misioneras desemboquen en concreciones pastorales y comunitarias de mayor fidelidad al Evangelio y a nuestro carisma.
Antonio Danoz, CSsR.