08 Abr Resucitó el Señor
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La Palabra
by victorcssr
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43):En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»
Sal 117R/.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozoDad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.
Secuencia
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,1-4):Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Resucitó el Señor
Una Pascua más ocurre el milagro hermanos. El Señor resucita. ¡Aleluya! Y el gozo es grande en medio de nosotros como lo fue en la primitiva comunidad. Una noticia de vida y alegría que nos llega cuando más derrotados estábamos, cuando era más difícil creer, y al mismo tiempo más necesario.
Estamos en el tiempo de los testigos, de los que necesitan anunciar y pregonar lo que han visto y oído, como Juan y Pedro. Pero este es también el tiempo de ser testigos juntos, como comunidad, aunque unos corran más que otros, aunque algunos tengan más luces o más fortaleza que otros. Juan, aunque corría más, esperó a Pedro para entrar al sepulcro; más aún, le dejó pasar primero en atención a su edad y puesto.
Este anuncio desbordante de la resurrección debe ser acogido con humildad, con la humildad de quien conoce que la historia es traicionera, y no siempre devuelve el lugar justo a quienes la habitan. La cosa empezó en Galilea dice Pedro, terminó en Jerusalén ¿terminó? Más bien fue un alto en el camino y un recomenzar. Dios, que hace todas las cosas nuevas, nos devuelve la vida de su Hijo resucitada, esperanza eterna de nuestra salvación. Ojalá sepamos hacer este ejercicio de primacía: primero Dios y su vida resucitada, después los hermanos mayores, después nosotros, con la alegría de quien sabe que no camina solo sino en comunidad de vida y amor.
Víctor Chacón Huertas, CSsR