24 Ene Otras redes
En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla.
Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.
R/. Señor, enséñame tus caminos
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
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Tiempo de la misericordia
Seguimos acompañando a Jesús y sus discípulos en el inicio de su misión. Se parece bastante al momento que ahora vive la Iglesia tras el reciente Sínodo de la familia. Ante un mundo herido, lleno de carencias y desequilibrios afectivos, psicológicos, económicos… no nos vamos a limitar a señalar y criticar lo que está mal o a recordar que no responde al ideal, sino que como el buen samaritano nos toca remangarnos, cargar con nuestro hermano y curar y vendar sus heridas. No queremos una Iglesia regañona y protestona, sino humilde y misericordiosa, que predique la conversión que ella vive en su lucha diaria. Como hicieron Jesús y sus apóstoles.
En el Sínodo se decía valientemente: “es necesario aceptar a las personas con su existencia concreta, saber sostener la búsqueda, alentar el deseo de Dios y la voluntad de sentirse plenamente parte de la Iglesia. Esto exige que la doctrina de la fe vaya propuesta siempre junto a la misericordia. (…) Hay que descalzarse los pies al entrar en el terreno sagrado del otro”. Y esto me recordaba a las proféticas palabras de Juan XXIII: “La Iglesia en este tiempo necesita usar la medicina de la misericordia más que la severidad”. Este es el anuncio de Cristo y el estilo de Cristo, cuando no lo hacemos así, usamos otro estilo (será el nuestro o el de otro) pero no el de Cristo.
Desde la Palabra se nos propone hoy a Jonás. Pero este es ya el desenlace de su historia, el final feliz, cuando por fin después de remolonear mucho se decide a hacer caso a Dios y anunciar su palabra a los ninivitas. Jonás es símbolo de la paciencia de Dios y de la debilidad humana, de nuestros miedos y resistencias al cambio. De decir “sí” y hacer “no”. Pero ocurrió algo maravilloso, el miedo y la debilidad de Jonás no vencieron a la paciencia y el amor de Dios. No nos aferremos demasiado a nuestros miedos y comodidades que tanto mal nos hacen, aunque parezca que nos dan seguridad. Jonás es ejemplo de superación y de la bendición de seguir la voluntad de Dios.
Marcos, por otro lado, recoge la escena de la llamada de los primeros apóstoles. En la orilla del mar de Galilea mientras reparaban las redes. “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. Una llamada sensacional. Aceptación y cambio. Los llama como lo que son, pescadores; con sus fortalezas y capacidades. Les viene a decir “vais a seguir haciendo lo que sabéis hacer, pescar”. Pero ahora, vais a pescar de otro modo, el objetivo no va a ser sólo alimentaros o enriqueceros con peces, no. A partir de hoy seréis “pescadores de hombres”. Vuestra preocupación, vuestro afán y desvelo serán las personas, cada una de sus vidas y situaciones tienen que quedar “atrapadas” en las redes liberadoras del reino de Dios. ¿No es sorprendente? Dios actúa siempre así en nuestra vida. Parte de lo que somos, del amor más puro y la aceptación sincera, pero nos lleva a soñar más alto y apuntar a algo más grande, su reino. A la vez consuelo y conversión, misericordia y superación, lo que ya sabes pero “de otra manera”.
Vivamos abiertos al cambio en nuestra vida pues es la única forma de seguir a Jesucristo, de cumplir con su llamada: “venid conmigo y os haré pescadores de hombres”.
Víctor Chacón Huertas, CSsR [/box]