19 Sep Id también vosotros
El Dios de las oportunidades
1. «Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca…». ¿Es que Dios se aleja de nosotros? ¿Cambia él su distancia o su cercanía? Si vamos al salmo que hemos rezado en este domingo encontraremos pronto respuesta: «Cerca está el Señor de los que lo invocan». Eso quiere decir algo con mucho sentido, el Dios que nos creó, que nos amó y nos hizo libres, nos deja libres también para relacionarnos con él. Él no varía su distancia, la incrementaría si pudiera, pero espera nuestra invocación, nuestro recuerdo. Hay mucha gente que está por eso, «cómodamente alejada de Dios». Ni lo invocan ni lo traen a su memoria porque eso supondría otros compromisos y exigencias de su parte (mis caminos no son los vuestros…) y tal cosa no nos interesa. Como decía Santa Teresa, «en pieza llena de luz no cabe telaraña escondida», ¡y es cierto! Al igual que se ve bien la suciedad en una habitación llena de sol, cuando nos arrimamos a Dios vemos más, y más telarañas… Por eso algunos dicen con gran convencimiento que ellos o ellas «no pecan». No dejan entrar la luz en su cámara, o se miden con modelos más bien bajitos. Comparados con ciertos políticos todos somos honestos, ¡claro que sí! Comparados con los santos, quizás tengamos que dar algún paso más. ¿No os parece?
2. El dilema de Pablo es simpático. ¿Me quedo o me voy? ¿Vivo o muero? Ya no deseo otra cosa en mi vida que estar con Cristo, si fuera por mí me iba… Pero, veo que vosotros necesitáis aún un guía, un maestro, un compañero de camino… Así que me quedo. Lo que dice Pablo tiene sentido y hondura. La fe me hace amar a Dios sobre todo, desear estar con él. Pero también me hace buscar el bien de mis hermanos, incluso por encima de mis deseos. Por eso, aunque deseara una cosa santísima como es «ir con Dios» lo que Dios me pide es servir a los hermanos, anteponer su voluntad a la mía. ¿Vivo esto en mi día a día?
3. La parábola del evangelio está llena de sabiduría e intención. El Reino funciona así nos dice Jesús. Se parece a un viñador que contrata trabajadores a distintas horas del día, y que a todos paga. Pero ¡paga lo mismo! ¡Injusticia? No. Amor de padre y de madre. Amor que sigue amando a pesar de que el hijo no corresponda siempre ni lo haga bien. Y el amor supera la justicia. Nos dice el evangelio que este administrador del reino no es injusto, sino generoso. A cada hora contrata, siempre con las puertas abiertas, siempre la mano tendida, es el Dios de las oportunidades. Y los de la primera hora ¿no deberían recibir más? Los de primera hora ya tuvieron la suerte de encontrar a tan buen amo y de servirle, de pasar tiempo con él, ¿no es eso bastante? Si somos buenos creyentes hemos de pensar así, no recibiremos más por estar desde hace más creyendo o en la Iglesia; pero qué bendición saber que también los que tarden un poquito más en encontrar el camino tendrán generosa recompensa, todo el amor, la bondad y acogida de parte de Dios Padre. Construyamos juntos la Iglesia que realice esta parábola.
Víctor Chacón Huertas, CSsR