11 Dic 12 diciembre 2018
REZAR EN ADVIENTO
Canto: La misericordia del Señor.
1ª LECTORA: Isaías 40,25-31
«¿Con quién podréis compararme, quién es semejante a mí?», dice el Santo.
Alzad los ojos a lo alto y mirad:
¿quién creó todo esto?
Es él, que despliega su ejército al completo y a cada uno convoca por su nombre.
Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza, ninguno falta a su llamada.
¿Por qué andas diciendo, Jacob, y por qué murmuras, Israel:
«Al Señor no le importa mi destino, mi Dios pasa por alto mis derechos»?
¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno que ha creado los confines de la tierra.
No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia.
Fortalece a quien está cansado, acrecienta el vigor del exhausto.
Se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan.
Palabra de Dios
SALMO 102,1-2.3-4.8.10
ANTÍFONA: Bendice, alma mía, al Señor
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
ANTÍFONA: Bendice, alma mía, al Señor
LECTURA DEL EVANGELIO: Mt 11,28-30
En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo::
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor.
PETICIONES:
Te pedimos por los políticos, gobernantes, responsables de empresas y a todos los que tienen la posibilidad de mejorar el mundo, para que tengan una mirada global y solidaria, que rompa diferencias y desigualdades.
Te pedimos por todos los desencantados, desilusionados, mal amados, deprimidos, agobiados y malhumorados, para que tú les calientes el corazón.
Te pedimos para que sepamos presentar el mensaje liberador de Jesús, con alegría y dinamismo, sabiendo que Dios nos acompaña en la tarea y estará con nosotros hasta el fin de los días.
Te pedimos para que los enfermos, los deprimidos, los angustiados por cualquier problema, encuentren siempre una mano amiga que los alivie.
PADRE NUESTRO.
AVE MARÍA.
ACÉRCATE AL SAGRARIO y pon en manos de Dios tus preocupaciones.
ORACIÓN FINAL.
“¡Te necesito, Señor!,
porque sin Ti mi vida se seca.
Quiero encontrarte en la oración,
en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos en los que el silencio
se sitúa de frente a mí, ante Ti.
¡Quiero buscarte!
Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza que Tú has creado;
en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro,
y en la profundidad de un bosque
que protege con sus hojas los latidos escondidos
de todos sus inquilinos.
¡Necesito sentirte alrededor!
Quiero encontrarte en tus sacramentos,
En el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra,
en el misterio de tu cotidiana entrega radical.
¡Necesito sentirte dentro!
Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres,
en la convivencia con mis hermanos;
en la necesidad del pobre
y en el amor de mis amigos;
en la sonrisa de un niño
y en el ruido de la muchedumbre.
¡Tengo que verte!
Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,
en las capacidades que me has dado,
en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas del encuentro cara a cara contigo”.
Teilhard de Chardin